Editorial

Los platos rotos

Los platos rotos

El Centro de Operaciones de Emergencias (COE) estimó que más de tres millones de personas se movilizaron durante el asueto de Semana Santa por las diferentes autopistas y carreteras, lo que equivale a casi la población completa del Gran Santo Domingo.

Tan impresionante cifra en tiempos de pandemia coloca a República Dominicana al filo de un rebrote de la covid-19, porque la mayoría de esos millones de vacacionistas pernoctaron en zonas de playas, ríos y áreas de piscinas de hoteles y villas.

El desenfreno social durante esos días de jolgorio puede medirse por las fatídicas estadísticas de 20 muertos por accidentes de tránsito, cinco ahogados y doce por ingesta de alcohol adulterado, de los más de 500 afectados por intoxicación alcohólica, incluidos 38 menores de edad.

Oleadas de vacacionistas literalmente abarrotaron casi todos los destinos turísticos en los cuatro puntos cardinales del territorio nacional sin observar en muchos casos ni mínimamente el protocolo de prevención del coronavirus, a lo que se suman las decenas de fiestas clandestinas que la Policía no pudo localizar.

Después de esa fatídica crónica anunciada queda ahora esperar un posible incremento de los casos de contagio pandémico que ojalá no llegue al nivel de un rebrote que ponga en peligro lo logrado en términos sanitarios y en la recuperación de la economía.

Preocupa sobremanera que aún no se sepa con certeza la fecha de llegada del próximo lote de un millón de vacunas contratado por el Gobierno a la República de China, aunque se reconoce que las autoridades movilizan cielo y tierra para que el proceso de inoculación no se interrumpa.

De los más de tres millones de personas que se movilizaron hasta zonas de playas, ríos y montañas, sólo una minoría se aferró a la prudencia, al respeto a la ley y a observar el protocolo de prevención sanitaria. Fotos y vídeos muestran que la mayoría decidió tirar la puerta por la ventana.

El Gabinete de Salud debería monitorear de hoy en adelante posibles incrementos de contagios comunitarios para lo cual se requiere aumentar el número de pruebas de detección del virus, en el entendido de que la sociedad toda tendría que pagar los platos rotos por el desenfreno y el irrespeto de gente irresponsable.

El Nacional

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