Los feminicidios y la violencia de género tornan luctuoso el Día Internacional de la Mujer, que desde 1975 se conmemora cada 8 de marzo para recordar la tragedia en una textilera de Nueva York.

En un incendio ocurrido en 1857, provocado para aplacar un paro por mejores condiciones de trabajo 146 mujeres perdieron la vida en uno de los sucesos más conmovedores de la historia.

Esas atrocidades han desaparecido, pero no así la violencia contra las mujeres, a las que todavía se les considera sexo “débil”.

Los avances conquistados por la mujer en todos los actos de la vida, alcanzando las posiciones más altas en la política, están lejos todavía de la paridad de género.

En República Dominicana la mujer ha sido víctima de crímenes machistas y los más atroces atropellos.

Las políticas que se han diseñado no han conseguido eliminar las brutalidades ni la epidemia de feminicidios que tanto conmueven a los sectores más sanos.

Como cada 8 de marzo abundarán las proclamas, exhortaciones y alguna actividad para exaltar y defender los derechos de las mujeres, pero lo más importante será siempre dar al sexo opuesto el lugar que le corresponde en las relaciones sociales y económicas.

La mujer debe sentirse satisfecha de que el espacio que ocupa, al menos en este país, no ha sido un obsequio, sino una conquista.

Pero esa satisfacción no es ni remotamente lo que necesita para gozar de todos sus derechos con la más absoluta libertad y seguridad.