Editorial

¿Macondo?

¿Macondo?

Resulta insólito que los términos de un acuerdo entre autoridades dominicanas y haitianas que pondría fin a un conflicto migratorio provocado por el amotinamiento de más de cinco mil haitianos indocumentados que pugnaban por ingresar  a territorio nacional por el paso fronterizo de Dajabón, sean divulgados por el sacerdote católico a quien se atribuye encabezar  ese incidente.

A pesar de que  en la solución de  ese problema intervino el presidente de la República, el director de Migración, el ministro de las Fuerzas Armadas, el embajador y el cónsul haitiano, la buena nueva  fue  anunciada  a la nación por el cura Regino Martínez, para lo cual tuvo que abandonar su puesto de mando como gestor del amotinamiento.

Al señor Martínez se le atribuye  decir que como consecuencia de ese acuerdo,  el Gobierno de Haití se comprometió a  dotar de actas de nacimiento y cédulas a más de 800 de sus nacionales que reclaman residir del lado dominicano,  cuyas autoridades  se obligan a  renovar visados a otros 280 indocumentados.

Como historia que recrea al Macondo de García Márquez,  representantes de  los propios amotinados participaron con voz y voto en un encuentro  en la frontera alterno o supletorio a las reuniones que  sobre tan delicado tema  encabezó en el Palacio Nacional el presidente Danilo Medina.

Sin entrar en valoración jurídica sobre si el padre Regino violó o no la ley penal al impedir por la fuerza el tráfico normal de personas  provistas de documentos legales  por el paso fronterizo de Dajabón, se hace cuesta  arriba aceptar que  ese señor hable  a nombre del Gobierno dominicano o por mandato de cualquiera de sus autoridades.

Se supone que ese  mentado acuerdo  ha debido ser divulgado por la Oficina de Prensa de la Presidencia, la Cancillería o la Dirección General de Migración, pero resulta que  el padre Regino ha actuado  como  vocero de los gobiernos haitiano y dominicano y como parte de un conflicto que se erige como un desafío a la  ley.

Es menester  advertir que  ningún arreglo, aun con  el padrinazgo de las más altas instancias de la nación, puede  colisionar con la Ley General de Migración, por lo que el Gobierno debe  endosar el compromiso de velar  por el cumplimiento de ese estatuto que establece que  ningún extranjero puede ingresar a territorio nacional sin estar provisto de la documentación legal correspondiente.

Aunque se aplaude el éxito de cualquier  diligencia que  suponga  la resolución de ese conflicto migratorio, se percibe preocupación ciudadana  por la percepción que ha quedado en  el ambiente de que  el gentilicio nacional ha perdido otra batalla ante un añejo  chantaje prohijado por títeres y titiriteros.

 Pero se respira tranquilidad al enterarnos que esta mañana la Dirección de Migración y el Ministerio de Interior y Policía desautorizaron la gestión del cura Martínez. Todo ha vuelto a “posición anterior” No hay que temer.

El Nacional

Es la voz de los que no tienen voz y representa los intereses de aquellos que aportan y trabajan por edificar una gran nación