Editorial

Mal síntoma

Mal síntoma

La tambaleante gobernabilidad ha vuelto a resquebrajarse en Haití con conflictos como el que plantea para la estabilidad social y política, así como para el proceso de recuperación, la renuncia del primer ministro. La realidad es que desde antes de la decisión anunciada por Garry Conille ya en la nación se observaban síntomas que presagiaban una crisis de impredecibles consecuencias.

El presidente Michel Martelly, quien despertó grandes esperanzas con su llamado a la reconciliación tras su abrumadora victoria electoral, ha tenido que ver, paradójicamente, con la degradación política que hoy tiene a la nación al borde del precipicio y dificulta el desarrollo económico.

El  renunciante Conille, un médico que colaboró con el expresidente  estadounidense Bill Clinton, en su condición de enviado especial de las Naciones Unidas para Haití, fue el tercer primer ministro designado por Martelly tras ser investido como Presidente en mayo de 2011. Los dos primeros habían sido rechazados por el Parlamento.

Desde entonces las relaciones del Ejecutivo y los legisladores han sido tensas. Pero se deterioraron con la detención a su regreso de Francia de un diputado, Arnel Bélizaire, en supuesta represalia por un altercado que había tenido con el mandatario. Una de las consecuencias del conflicto fue la designación de una comisión de legisladores para investigar la violación constitucional que supondría la doble nacionalidad de Martelly.

Pero al margen de los múltiples conflictos, lo cierto es que la estabilidad resulta un camino escabroso, prácticamente minado, para Haití. En un momento en que cuenta con la solidaridad de la comunidad internacional, sin importar que sea más mediática que real, se le hace tan difícil la estabilidad.

Sobra advertir que frente a cualquier perturbación en la vecina República por aquí se cruzan los dedos. Y es que República Dominicana es la que siempre carga con problemas como el del éxodo y todas sus implicaciones, sin apoyo alguno de la comunidad internacional.

La pedrea de que había sido objeto una caravana encabezada por el presidente Martelly, la confrontación con el Poder Legislativo y las diferencias con el primer ministro anticipaban la crisis que ha puesto a tambalearse la frágil gobernabilidad. La Misión de las Naciones Unidas para la Estabilidad de Haití (Minustah) también había advertido sobre la degradación de la situación política.

El dilema ahora es que Martelly sepa encontrar la clave para llenar el vacío de poder que supone la renuncia del primer ministro. Pero también para zanjar el conflicto con el Parlamento, a fin de conducir una nación que hoy subsiste gracias a la solidaridad internacional, al menos por el sendero de la estabilidad social y política. Porque es evidente que el proceso de reconstrucción tomará tiempo.

El Nacional

Es la voz de los que no tienen voz y representa los intereses de aquellos que aportan y trabajan por edificar una gran nación