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María Montez  y Barahona

María Montez  y Barahona

Cunde en reducidos círculos del Pueblo de Barahona, el criterio de que María Montez no es digna del homenaje con motivo del centenario de su natalicio que se avecina para el año entrante.

Alegan que jamás volvió y que no dejó al pueblo nada que le merezca tan elevadas distinciones post-morten.

En interés de contribuir a cambiar tan aviesas consideraciones, permítasenos esgrimir las siguientes consideraciones:

María Montez, fue un ser con unas dimensiones extraordinarias, nacida en nuestra provincia, paseo su arte por todos los escenarios y rincones del mundo, con un pool genético que la habilitaba para conquistar el cielo por asalto, muere en la medianía de su vida legando su estirpe a su hija amada, Cristina Aumontt, quien estuvo de visita en el hermoso pueblo sureño en la inauguración del aeropuerto internacional que lleva el nombre de su progenitora.

Acaricia el sueño de volver postreramente a su lar nativo de Santa Cruz de Barahona, pero su deceso deja trunca esas intenciones. Con apenas 36 años. «Dios nos la dio, sintió envidia de verla entre nosotros y se la llevó».

Cuantos valores debió dejamos, si el destino no la hubiera citado a ese conmovedor fin. Afirmar su origen, como siempre lo hizo, resaltando una prístina hispanidad, cual escollo al que debió sobreponerse, como de hecho fue, cuan reto ante los absurdos niveles del racismo crudo de la época; decirse barahonera y dominicana de origen, es la manera más patética de pagar con creces el precio de su existencia y su origen.

El cine, ese absorbente mundo que sustrae en dinamismo permanente, la actividad de la actriz, no le dejó espacio para otros cumplimientos trazados en su agenda futurista.

Mundializando la cosecha de sus logros como un adelanto de las muchas cosas grandes que esa alma aún en ciernes debía dar; no pagó a su pueblo en obras materiales.

La universalización de su competencia artística, dobla con creces las nimiedades que el síndrome pueblerino valora de ingratitud, al no disponer la eximia, de un banco con su nombre que adorne un rincón del parque de la provincia, donde debió descansar la modorra de la época, o una cuantas botellas de leche para los niños desvalidos.

Otros valores citadinos esperan la honra a sus vidas, como es de ley y de justicia, citamos: Prof. Lassis, Teodoro Martínez, Eduardo Vargas, Ricardo Jeams, don Pedro Vargas y Ramón Oviedo.

Otro gigante de la epopeya patria tiene su ombligo sepultó en la perla del sur, el coronel de abril, para quien otro pueblo hermano, reclama su heredad, en la confusa itinerancia de la vida militar a la que estuvo sometido, como cualquier otro, el Oficial Fausto Caamaño, padre del genuino héroe de la gesta de abril de 1965.

«Que han hecho nuestros ediles y regidores, miopes y descerebrados del pasado por honrar la memoria del gran mártir de la resistencia antiitrujillista, Andrés Mesón, cuyo espanto fotográfico recorrió las páginas del horror del régimen de la satrapía.

María Montez, rebasa el arco cero de una vida sin igual, es la más conspicua de las vidas que sobre-dimencionan el orgullo nativo, por ella, por Trujillo y Marichal se interesó el mundo en saber que existíamos como un pueblo pisoteado y soberano.

Loor a su memoria, en aclamado reposo de sus despojos que deberán ser traídos a la patria chica de su bautismo, que será ya una realidad aquello para lo cual se enfrasca la conciencia de la provincia y la intención legislativa del diputado de la provincia doctor Fabio Ernesto Vargas Matos y demás legisladores que hicieron posible la aprobación de este honroso proyecto.

Honrar, honra y nunca fue más propicia la ocasión para celebrar en grande este acierto que el Congreso de la República y el Magistrado Presidente de la nación, han hecho suyos; para la gran fiesta cultural del nacimiento de la reina del tecnicolor María Africa Gracia Vidal (María Montez).

El Nacional

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