Con que el presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva no avale los resultados de las elecciones en Venezuela es suficiente para reconocer que la victoria de Nicolás Maduro fue fraudulenta.
La oposición se ha declarado ganadora, pero a quien proclamó el Consejo Nacional Electoral (CNE) como triunfador de las votaciones fue a Maduro.
Tras el cuestionamiento del proceso de uno de los principales representantes del CNE, Juan Carlos Delpino, la actitud de Lula da Silva coloca a Maduro en una posición más difícil respecto al triunfo que proclama.
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En una maniobra siniestra el mandatario venezolano se apoyó en el Tribunal Supremo de Justicia, que controla, para que respalde su cuestionado triunfo.
A pesar de que no reconoce su triunfo, el presidente brasileño ha ido consecuente con Maduro al plantear como salida a la crisis la celebración de nuevas elecciones.
Porque lo que procede es verificar las actas de la oposición, que son las únicas que se han presentado, para determinar si en verdad legitiman la victoria de Edmundo González Urrutia. Maduro podrá quedarse en el poder, más con el respaldo de los militares, pero sin legitimidad alguna.