Acabamos de celebrar el 207 aniversario del padre fundador de nuestra República Dominicana, Juan Pablo Duarte quien inspiró con su ejemplo nuestra dominicanidad, plantándonos el compromiso de mantener viva la llama del patriotismo nacional. La gesta heroica y libertadora de un grupo de valientes jóvenes que inspirados por Duarte sacrificaron sus vidas y sus bienes para liberarnos de la ocupación haitiana, férrea, arbitraria y artera que por más de 22 años que intentaron borrar nuestras raíces, lengua y costumbres.

El genio inspirador del fundador y su determinación dieron inicio a la gesta libertadora el 27 de febrero del 1844 con la misión de lograr una nación libre y soberana que nos devolviera nuestra dignidad y preservara nuestra idiosincrasia bajo una constitución republicana, liberal, progresista y anticolonialista sin distinción de razas bajo la bandera tricolor dominicana.

La epopeya de la libertad nacional fue un camino angosto y accidentado que ha logrado prevalecer durante 176 años a pesar de difíciles pruebas y de la amenazas que gravitan sobre nuestros hombros por las consecuencias económicas, culturales y ancestrales de compartir una misma isla con la economía más pobres del continente al parecer abandonada a su propia suerte por la comunidad internacional.

Nos preguntamos hasta qué punto las nuevas generaciones están conscientes de nuestra historia, de la realidad nacional y si albergan en sus pechos algo de esa llama del patriotismo de nuestros libertadores, porque las ideas y hasta las convicciones son seres mortales y pueden terminar suplantados o contaminados de nuestra conciencia y realidad.

No es un secreto para nadie que uno de los mayores problemas que gravita sobre nuestra nación es el grave problema migratorio y la masiva presencia de indocumentados que están copando nuestros campos, pueblos y ciudades, arrabalizando nuestro entorno, nuestras costumbres, afectando el presupuesto de salud, educación, etc. Nuestros hospitales públicos abarrotados de parturientas extranjeras superando sus partos muchas veces a las nacionales que de seguir este ritmo de nacimientos llegara el tiempo en que seremos minoría en nuestro propio país.

Sorprendentemente el tema migratorio parece no ser prioritario en esta campaña ya que vemos tímidamente a los candidatos, con muy pocas excepciones, tratar el tema con determinación y contundencia de como parar y revertir esta invasión pacifica que nos desborda. Necesitamos repasar nuestra historia, diagnosticar mejor el presente y aplicar más patriotismo en la política nacional y en nuestras escuelas. El pueblo y el elector lo reclaman.