El obispo auxiliar de Santo Domingo, Víctor Masalles, era mencionado en los medios locales como un potencial sustituto del cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez en el arzobispado de Santo Domingo. Por diferentes razones se le cataloga como un religioso de vocación, un verdadero apóstol del catolicismo. El concepto se ensancha con posiciones tan distantes del discurso de la Iglesia con relación al aborto al plantear un debate científico, no sin manifiesto pesimismo sobre su realización, para abordar la interrupción de los embarazos.
Parece inconcebible que dentro de la propia Iglesia católica haya jerarcas con una posición más ecuánime y progresista que los legisladores que sancionaron una legislación que ubica a República Dominicana entre los países más atrasados del planeta. Para interrumpir el embarazo en aquellas circunstancias en que la vida de la madre está en peligro o por casos de violación, malformación o incesto en realidad no había que propiciar ningún debate, sino únicamente apelar a la sensatez que emana del sentido común. Pero si todavía palpitaba cierta reserva entonces ha debido promoverse esa discusión de especialistas que sugiere Masalles.
Los legisladores saben –y lo saben muy bien- que la prohibición solo afectará a las mujeres pobres, las que no tienen posibilidades de costear la interrupción por cualquier causa en algún centro fuera del alcance de la ley.
O simplemente viajando al extranjero. Por ser las más propensas a violaciones e incesto son las que se exponen a arriesgar la vida tomando algún brebaje para abortar o poniéndose en manos de carniceros en las peores condiciones sanitarias para evitar una criatura malformada.
A menos que no sea para conseguir su apoyo electoral a los diputados no les importa la suerte de esa masa femenina; para ellos es más importante congraciarse con los sectores que mantienen una cruzada contra el aborto como si se tratara de un crimen de lesa humanidad.
Al plantear un debate científico, aunque lo vea difícil por los intereses que dice rodean la discusión, el obispo auxiliar pone en claro que no es un asunto de fe o religioso, como sustentan los congresistas que el 19 de julio aprobaron el nuevo Código Penal. Masalles puede estar o no en lo cierto al opinar que los derechos de la mujer no están por encima de la criatura que llevan en el vientre, o en su afirmación de que solo se podrá llegar a la verdad cuando sean los científicos los que decidan, actuando objetivamente, sobre la interrupción del embarazo.
En lo que no cabe la menor duda es que su posición es mucha más progresista que la de los diputados que, haciendo gala de un conservadurismo oportunista y vergonzoso, votaron a favor de la penalización de todo clase de aborto.