Miguel Ulloa, (1964-) de Altamira, Puerto Plata, estará exponiendo en el mes de junio en España. De la mano del reconocido pintor español Vicente Herrero “Heca”, quien regentea Santana Art Gallery, Madrid, por la cual ya han pasado diversos artistas latinoamericanos.

Del 10 al 20 de junio es la fecha; otro dato que hay soltar y que interesa, es que la exposición será “comisariada” por Vicente. Este hecho le provoca emoción a Miguel Ulloa, pues España es un lugar donde ha expuesto en varias ocasiones, y cuyas obras siente que han sido harto bien recibidas.

Y un hecho, avala, ese decir suyo, con suficiente luminosidad, la conversación cruza: numerosos coleccionistas de España, Francia, Suecia, han comprado sus obras, seducidos, según el propio artista por la forma en que están trabajados sus cuadros: una intención de que predomine la textura, una tensión porque el color intenso no termine cejando por algo más suave. Más tenue. La impronta que quiere establecer es clara.

El asunto del turismo en esencial en este aspecto, el mundo que se ha globalizado está relacionado con las ventajas que hace que la obra sea algo singular, y que además de estar en la pared, es algo que viaja y se instala en otros confines. “Las obras mías las compran y se las llevan. De Miami, Nueva York, Texas y Carolina del Norte, vienen muchos turistas, y esos son buenos compradores”, dice Ulloa.

De la conversación con Ulloa, se desprenden muchos temas: la relación con su hermano, otro artista, Alberto Ulloa, la tecnología, el actual estado de la pintura dominicana en el mundo. De uno y otro tema, este artista dominicano, responde directo, libre del aire académico o del retoricismo: Sin lugar a dudas, se escuda en el espontáneo arranque verbal del provinciano, en su expresar llano, desde donde manotea toda teoría respecto a su obra o su pensamiento que tenga que ver con arte en general.

No niega que su hermano haya sido su maestro, y de que por él se haya sentido en determinado momento protegido. Pero, a la hora de crear, ha recurrido a su modo, y dice que se siente cómo en su estilo, un estilo que surge al constantemente beber y recurrir al periodo de la infancia. A este le ha sacado mucho néctar, jugo.

Sorprende que Ulloa confiese algo que a la modernidad pinta de pies a la cabeza: “Arranqué vendiendo en Punta Cana, Bávaro”. A partir de este acontecimiento ha visto cómo sus obras se encuentran desparramadas por el mundo.

Miguel Ulloa reconoce dos cosas en el trayecto de la entrevista: la primera es que el colorido en todo momento se asoma en su obra, y la otra, que la vida en el campo ha tenido mucha influencia en la forma en que opera como artista. De ahí que no es de extrañar toparnos con gallos, atravesados, claro por el toque geométrico, y vaquitas, doblegadas pictóricamente, en el mismo sentido.

Y ese es ese colorido, precisamente que lo ha ayudado a establecer su sello. Ulloa señala que ha recurrido al aspecto taíno. Es visible el elemento de lo redondo, las caras femeninas, ovaladas y unos ojos que hablan de una pretérita inocencia.

Para Ulloa, además de importante que la gente pueda identificar su obra, es que la misma esté garantizada cuando cualquier persona la adquiera. De ahí, que llama la atención que toda obra suya tenga detrás un certificado de autenticidad. Infaltable. Y que parece una textura más de la obra.

Ulloa ama el altorrelieve, el collage, el trabajar sobre la obra con elementos duros, extras. Envía esto un mensaje, la vida en la asepsia, agoniza.

Si usted está allá, en España, vaya al Paseo de la Castellana 190, en Madrid y dese un baño con las obras de este artista que asume primero su compromiso con los temas que él ama, y que recurre, posteriormente, a exprimir sus orígenes e infancia, para crear el colorido que exhibe y que ha atraído a coleccionistas de diversas partes del mundo.
El autor es periodista y escritor.

Por: Eloy Alberto Tejera
eloyalbert28@hotmail.com