Opinión

Muertos y heridos

Muertos y heridos

Cuantificar la desgracia es tarea cercana a lo imposible porque no concede alivio saber que durante Semana Santa de este año el número de muertos y heridos fue menor o mayor que en 2018, aunque siempre será de justicia resaltar los esfuerzos de autoridades y voluntarios para reducir el fatídico saldo de víctimas.

La mayoría de los decesos acaecidos durante el asueto que concluyó ayer fueron provocados por inobservancia o irrespeto a la ley de tránsito o por exceso en ingesta de alcohol o de alimentos, aunque otros fueron por causa de violencia e intolerancia.

El Centro de Operaciones de Emergencias (COE) había reportado hasta media mañana de hoy un total de 27 fallecidos en accidentes de tránsito, incluidos nueve a causa de choques o deslizamientos de motocicletas, además de decenas de heridos ingresados en hospitales públicos y clínicas privadas.
La muerte del pelotero Braulio Lara, al chocar el carro que conducía contra una patana que se dice llevaba tres días averiada en la carretera Sánchez, cerca de Baní, es resultado trágico de una inexcusable inobservancia, del conductor o dueño de ese vehículo, como de las autoridades que no lo removieron del lugar.

Se estima que unas cuatro millones de personas se desplazaron durante Semana Santa hacia lugares de playas, balnearios y montañas, en tanto que las labores de prevención, rescate y asistencia estuvieron a cargo de más de 45 mil personas entre militares, policías, socorristas y voluntarios.

Se resalta que en sentido general la ciudadanía mostró adecuado comportamiento de respeto a la ley y al programa de prevención de accidentes, tanto en las zonas de playas, ríos y montañas, hoteles como en las carreteras, aunque causa pesar saber que por imprudencia de algunos pudo incrementarse la lista de muertos y heridos.

Todos los intervinientes en el amplio operativo de prevención de accidentes durante Semana Santa se hacen acreedores de las más cálidas felicitaciones y muestra de gratitud por parte de la sociedad toda, que valora en su justa dimensión su denodada vocación de servicio.

La experiencia que se extrae de todo lo acontecido durante tan tradicional periodo de asueto y reflexión, es que se requiere siempre aplicar la ley de manera firme y decidida contra cualquiera que la viole o que incurra en inobservancia, que siempre será la mejor forma de prevenir accidentes.

El Nacional

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