Tanto sus frases como su estilo marcan la trayectoria de dos de las figuras más prominentes de estos tiempos: el papa Francisco y el expresidente de Uruguay, José -Pepe- Mujica. Pero cada uno en su contexto. El Papa cumple su misión como pastor de almas y mensajero de la paz, pero lo hace con tanta humildad y sinceridad que lo normal es la excepción. El liderazgo que ha desarrollado con sus prédicas y ejemplos tiene muchas otras connotaciones, relacionadas casi todas con el papel desempeñado por la Iglesia y sus voceros como representantes de Cristo. ¡Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres!, es, más que una frase, la sentencia que ha marcado su Papado y que ha revestido su ejercicio de tanta autoridad hasta el grado de convertirlo en candidato para el Premio Nobel de la Paz. Creyentes y no creyentes lo veneran como si se tratara de un ser divino.
Pero el Papa, que a tono con sus prédicas se desplaza en un cuatro latas que le regaló un amigo, no se diferencia mucho del dirigente político que, por su estilo, es hoy un rara avis. “Pobres no son los que tienen poco. Son los que quieren mucho. Yo no vivo con pobreza, vivo con austeridad, con renunciamiento. Preciso poco para vivir”, es una de las frases célebres de Mujica, también famoso por su chacra, su perra con tres patas y su Volswagen Fusca del 87. El actual senador es no solo una representación ideal del político, sino del propio ser humano. Otra de sus frases dice que “el poder no cambia a las personas, solo revela quiénes verdaderamente son”.
Sin detenerse a establecer cuál es más excéntrico entre el Papa y Mujica hay que reconocer el papel que le ha tocado desempeñar a cada uno. El expresidente uruguayo, quien repite que “vivir mejor no es solo tener más, sino que es ser más feliz”, ha sido el mejor ejemplo de su filosofía de vida. No hay un lugar por donde el exgobernante, quien fue uno de los líderes del guerrillero Movimiento de la Liberación Nacional (Tupamaros), pueda pasar sin recibir algún tipo de reverencia. Su integridad es digna de admiración.
Un mundo que cuente con políticos como Mujica y con religiosos como el papa Francisco se torna más esperanzador, a pesar de los crímenes, los abusos, las ambiciones de poder, la pobreza, las insensateces y otras lacras sociales. Y las interminables decepciones. Desde que ocupa el trono de San Pedro, el Pontífice nacido en Argentina ha llevado aliento a la humanidad con su verbo, su mensaje y con su práctica. “Al mundo de hoy le falta llorar; lloran los marginados, lloran los que son dejados de lado, lloran los despreciados, pero aquellos que llevamos una vida más o menos sin necesidades no sabemos llorar”, es otra de las frases suyas que han calado profundamente. Mujica y el Papa son dos seres humanos.