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Música de la creación literaria

Música de la creación literaria

Generalmente se habla de la música interior, que pueda ser que tenga que ver con estar vivo desde sí y para sí.

Somos nosotros mismos, porque somos el otro, no importa que sea una piedra, una huella en la arena, una rosa, el pasto verde, el río, el mar, las lluvias.

Podrían enumerarse miles de cosas vivas que generan, en el universo, en la Tierra, su música interior mas no callada, si por callar no se entienda la ausencia del ruido, ¿acaso en el universo todo no es ruido? Entonces no hay tal silencio.

Dos
A veces aplicamos términos a nuestro proceder tanto interno como externo que ni el mismo que lo dice lo entiende. Lo repite, lo escribe, lo representa con su cuerpo, lo lleva a una figuración sin color, ¿y es verdad que no tiene color?

La sensibilidad artística permite ver y sentir un poco más que el que aparentemente no le presta atención. No hay ser humano que no sea capaz de sentir lo inaprensible, ¿y se está seguro de que se retiene lo aprehensible?

Tres
Al escribirse un poema con las palabras que no tienen dueño y se es dueña de ellas cuando estamos conectados a la correspondencia de la palabra y quien escribe la siente, si es logrado, se cree que “eso” que se dice ahí, en un lenguaje flexible es nuestro, no de la comunicación trascendente, del acto de creación.

Cuarto
Sólo nos sentimos felices cuando decimos, a los cuatro vientos, que algo es nuestro si somos capaces de matar y dejarnos matar por ello. ¿He estado dispuesto en mi larga vida a matar o dejarme matar por algo que crea que fue mío? No lo creo, evito la posesión irreflexiva para hacer daño o hacerme daño; no por el hecho que nada me pertenece, sino porque algo que verdaderamente me importe, importe porque no es mío ni soy propiedad de eso que digo mío.

Al poseer nos poseemos y la frontera que delimitamos dentro de nosotros mismos es lo que va a generar el futuro conflicto si se exagera la posesión.

Cinco
Bordeando la etapa donde nada permanece, ni lo más apreciado que es la vida, según los optimistas asalariados. Las cosas que digo poseer y me poseen han logrado un punto intermedio que buscan prescindir de mí, tomándome en cuenta de acuerdo al punto iniciar de la posesión. Me gusta cuidar lo propio y lo ajeno.

Lo que se entiende como ajeno me gusta que esté en las líneas de las manos pertinentes, no en las mías, y en caso de conflicto, de las ajenas, de las propias, es de donde provienen las incomprensiones.

Seis
Fuera de mí mismo miro el mundo y al mirarlo lo siento. Y este mundo “mío”, porque al ser “mío” le pertenece al otro, entonces no le pertenece a nadie en el sentido que puede hacer lo que le venga en ganas con él, aunque lo haga.

Como uno se vive matando por lo de uno, por lo ajeno a veces en la misma proporción; por qué no considerar que cómo nada es de uno, para qué hay que matarse o caer en crisis. ¿Si no son míos estos pasos y donde resuenan tampoco son míos? ¿Vivo por vivir?

Amable Mejía
amablemejia1@gmail.com

El Nacional

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