Haití dice que quiere reanudar el diálogo con República Dominicana, pero en realidad no es lo que parece. Si en verdad quisiera hablar con los dominicanos en torno a los problemas que han malquistado las relaciones entre los dos países no colocara tantos obstáculos.
La conversación sería muy saludable para superar el malestar que surgió con la construcción de un trasvase en el río Masacre en violación de un tratado bilateral sobre el uso de los recursos comunes.
El primer ministro Ariel Henry podrá siempre contar con la receptividad de los dominicanos si de verdad quiere dialogar para garantizar un mejor control de las fronteras y normalizar las relaciones entre ambos territorios.
Pero en tanto reivindique el derecho inalienable de su país a explotar sus recursos, sin reparar en compromisos internacionales, el diálogo que plantea puede ser de sordos.
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El Gobierno dominicano ha buscado todas las vueltas para volver a la mesa de negociaciones con Haití, pero las autoridades del vecino país no hacen más que incidentar los procesos con la colocación de obstáculos. E incluso hasta con evidentes provocaciones.