Si en realidad la Unión Europea quiere ayudar a Haití con un aporte de 187 millones de dólares para enfrentar el coronavirus no puede condicionarlo a que su presidente Jovenel Moïse garantice la gobernabilidad.
Es más que sabido que ni siquiera un acuerdo entre el Gobierno y la oposición evitaría la violencia social que suele estremecer a la nación. El montículo de necesidades insatisfechas, entre las que figuran castigo a la corrupción, es demasiado elevado.
En Venezuela Nicolás Maduro y Juan Guaidó pudieron aparcar sus diferencias para propiciar la colaboración de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en la lucha contra la pandemia.
Pero a Moïse se le hace muy difícil concretar un arreglo con la oposición, que en realidad se cumpla, para garantizar la estabilidad social y política de la nación.
La Unión Europea bien puede valerse de organizaciones internacionales como la OPS para canalizar su importantísima colaboración económica a la nación haitiana en un momento tan dramático. Para los haitianos, también amenazados por una hambruna, la ayuda de Europa es fundamental.