Editorial

 Ojos de piedad

 Ojos de piedad

La medida de la Dirección de Aduanas de poner en vigencia una ley que data de casi 40  años que prohíbe la importación de ropa usada no parece  aplicada en buen momento porque  desmantela una actividad económica que provee miles de empleos, sin que  haya seguridad de que  ayude a impulsar a la industria textil nacional.

Aduanas no podría invocar razones sanitarias para tal prohibición porque  una decisión de esa naturaleza  debería provenir del Ministerio de Salud Pública, por lo que se entiende que tal prohibición procura salvaguardar intereses de una industria altamente protegida por el Estado, como la textil.

Hace 39 años que el legislador previó las dificultades que se confrontarían con las importaciones desordenadas  de  ropa usada, pero el Poder Ejecutivo nunca aplicó  la ley votada para esos fines por razones de politiquería o de conveniencia social, dado que  ese producto es adquirido  principalmente por  consumidores de bajos ingresos.

Ahora se ha creado un gran mercado de pacas que se ha expandido por todo el territorio nacional, que  las autoridades pretenden  conjurarlo de un plumazo, como si las realidades  económicas pudieran ser borradas en un santiamén.

Esa prohibición eleva  sustancialmente  el  índice de desempleo nominal que ronda  el 15 por ciento del PIB, porque  miles de personas  que participan de  ese mercado informal perderían  el sustento diario, sin que el Gobierno haya reparado en  alguna  prevención para  amortiguar efectos tan devastadores.

Es bueno recordar que  cuando sobrevino la crisis  inmobiliaria, financiera y económica en Estados Unidos, el Gobierno dispuso pagar  parte de los salarios que empresas de zonas francas pagaban a sus empleados con tal de que no fueran despedidos y además  concedió créditos en dólares a muchos operadores de esos parques industriales.

¿Por qué no se procura un tratamiento  similar a los micro, pequeños y medianos empresarios  que mercadean ropa usada, para que puedan insertarse en el mercado  de textiles? ¿Por qué no se aplica el gradualismo en la ejecución de esa ley?

Es obvio que los consumidores no  cuentan para las autoridades ni aun cuando  ceden al pedido de  empresas de zonas francas para que  se les permita suplir parte del mercado interno en condiciones ventajosas, porque todavía así, a un hijo de Machepa no le sería posible adquirir una “remúa” con sus escasos ingresos.

Se admite que las importaciones  de ropa usada  distorsionan el mercado  interno de los textiles y que representan un riesgo sanitario y muchas cosas más, pero se requiere también que el Gobierno  aborde  situaciones como esa con ojos de piedad.

El Nacional

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