Semana

Orden y conocimiento en José Mármol

Orden y conocimiento en  José Mármol

El conocimiento es esencial para seguir un orden en la vida. Conocimiento es camino, en el Zen, Tao. Existe otro término para definir ciertas calidades trascendentes de un hombre, es algo llamado Aura. Una energía que asciende desde el cosmos y se posa en nuestra cabeza terrestre, para que de ahí se origine el amor, la vida y la muerte, como nos damos a nuestros semejantes en el tiempo biológico que nos toca transitar por la tierra. Auras envueltas en caminos que se entrecruzan y se disuelven por todo el cuerpo.

Quien temprano consigue caminos que se van aclarando con su vivir trascendente (todo vivir es trascendente), alcanza en edad temprana el orden en que se irá desenvolviendo para que la vida se les haga más fácil y a la vez toda meta se constituya en una realización plena.

Al hombre que se le ha dado por el fuego, agua, aire y tierra, esos elementos, ese don de alquimia convertido en escritura, puede hablar de realización sin sonrojarse.
José Mármol, poeta y ensayista está envuelto en ese orden y conocimiento para sus realizaciones como ser humano desde su familia hasta la sociedad en que se desenvuelve.

Desde su primer libro, El ojo de arúspice, de poesía, 1984, José Mármol evidenció un camino para la poesía fluida y sin sobresaltos hacia el lector, pero como los ríos subterráneos que alimentan a los que por afuera discurren, sosteniéndolos desde abajo, así ha ido creciendo en la palabra poética, teniendo como guía el estudio, la soledad, que no sean la de escribir.

El asombro y una pasión sin aparentes sobresaltos que, independientemente de lo que cualquiera pueda pensar, sus lectores y los poemarios publicados sistemáticamente, van en ascenso en calidad sin malabarismo, en lo que él entiende por poesía y conocimiento bajo una sensibilidad de lupa.

Reconocer es una forma de bondad. La poesía dominicana tiene ante José Mármol, un exponente de las letras y ciudadano que el cuestionamiento que se le puede hacer sería el imitarlo en el orden creativo y dedicación. No llega a ser el rey Midas, que todo lo que tocaba lo convertía en oro, pero Mármol no lo necesita, se basta a sí mismo y tiene la estatura para dormir con tranquilidad sin necesidad de taparse los oídos porque haya demasiado ruido afuera.

Cada poeta y José Mármol no es la excepción, se expropia de los conocimientos de su tiempo y de los más lejos, para elaborar su obra en su caos terrestre cósmico.

El conocimiento y el orden en el mundo cada quien debe buscarlo a su manera, aprovechando su ritmo interno y externo para unirlo y hacerlo una sola voz que fluya, y si ha de ahogar a alguien que sea de adentro hacia afuera. Que la poesía, en el caso del poeta, explote dentro para que pueda quedarse en la memoria del cuerpo, que es lo que, según mi parecer, es la poesía de José Mármol.

Una explosión en las palabras que constituyen un poema. Como poeta que busca de las palabras sus sombras aunándolas con sus experiencias llamadas amor, paisaje, ríos y patria. La poesía de José Mármol tiene un merengue en el fondo, además de diversos ritmos bien llevados líricamente hablando, donde el poema es una cadena de seres, imágenes, ideas y sensibilidad que se constituyen en una voz compacta y rica en connotaciones propias de poesía escrita con lucidez.

Su ensayística tiene otro ritmo oculto y preocupaciones de su tiempo. En sus comienzos, emparentadas con desvelar los “secretos de la palabra poética” en el conocimiento llámese filosofía, sociología, antropología y en estos últimos tiempos con la comunicación en cualquier orden. En un momento dado su poética estuvo de la mano de la filosofía como fiesta, como lo testimonian sus aforismos y uno que otro libro de poesía.

Su poesía, breve por el caos de la plasticidad y la orfebrería encantada, nos revela al poeta que cualquier país quisiera para el bien de sus letras. Colibrís, en fin, en busca del olor, el néctar con la palabra encantada, en un vuelo de luz encendida.

Busca ser un paisaje del conocimiento del hombre en lo erótico, en lo trascendente de la cotidianidad, en lo universal y la dominicanidad, por sus temas y los recursos expresivos de los grandes poetas de todas las lenguas, los filósofos, pensadores antiguos y modernos. Poesía de la isla, de la que orgullosamente pertenece su voz y sus palabras escritas con pasión contenida, desbordando conocimientos y orden en la brevedad.

El autor es escritor.

El Nacional

Es la voz de los que no tienen voz y representa los intereses de aquellos que aportan y trabajan por edificar una gran nación