Por Oquendo Medina oquendomedina@hotmail.com

Si bien es verdad que hubo mucho avance de carácter institucional durante los gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), no es menos cierto que los escándalos de corrupción terminaron acorralando y desacreditando, ante los ojos de la sociedad, a esa organización política creada por uno de los padres de la ética pública en la República Dominicana llamado Juan Bosch.

Nadie en su sano juicio puede pretender, de modo gracioso o de manera olímpica, ocultar tan estremecedora verdad. El razonamiento ha de imponerse al fanatismo absurdo.

Si el germen de la fastidiosa y odiosa corrupción administrativa está hoy día felizmente bailando en el centro del salón del PLD es como consecuencia directa del abandono de sus principales dirigentes de la ética boschista; fue ese alejamiento que trajo consigo estos lodazares que parecen extenderse.

La realidad siempre ha demostrado que donde no existan controles éticos y morales todo partido político, por más mayoritario que sea, está destinado al fracaso.

Nuestro devenir histórico así lo atestigua para dolor de cabeza de aquellos líderes políticos y altos funcionarios que en su momento se mostraron desinteresados del vertiginoso avance del fenómeno de la corrupción no solo dentro de su partido sino, además, en la administración pública.