La Asociación Dominicana de Avicultura (ADA) atribuye a las altas temperaturas y a humedad la reducción en la producción de pollos, pero afirma que sus asociados mantienen en 42 pesos la libra del alimento a puertas de granjas, por lo que se culpa a la especulación por las desconsideradas alzas en los precios al consumidor.
Se afirma que la disminución en el peso promedio de las aves ha sido causada también por la baja calidad de materias primas o insumos importados para uso o consumo de la industria avícola, que habría reducido su oferta en promedio de unos 3.3 millones de unidades mensuales de cuatro libras y media.
El ministro de Agricultura, Limber Cruz López, respalda los planteamientos de esa asociación y ofrece seguridades de que, lo que se define como “inesperado desequilibrio en los estándares productivos”, se normalizaría en este mismo mes, pero mientras el hacha va y viene, la libra de pollo se vende entre $20 y $25 pesos más cara.
Aunque persisten factores de calor, humedad y mala calidad de insumos importados, Gobierno y productores prometen que el “déficit coyuntural” en la producción de pollo sería conjurado mediante la aceleración de los niveles de incubación y mayor control en riesgos e impactos en costos.
Las autoridades deberían evaluar otros elementos que se señalan como causantes de especulación en la comercialización del pollo en sus diferentes modalidades, como serían las exportaciones irregulares del producto hacia Haití y Cuba, aun cuando esas ventas no se reflejan en estadísticas aduaneras.
Como caso curioso, las extremidades del pollo conquistan un promisorio mercado culinario en la comunidad de residentes orientales, que le atribuye mucho valor por el colágeno que contiene, en tanto que las alas registran gran demanda entre familias de clase media para acompañar asados BBQ, en moda durante el verano.
No sería sensato afirmar que el pollo tiene hoy menos libras porque patas y alas se comercializan de manera separada, pero lo que sí se puede afirmar es que otras partes de tan preciada ave, como muslos y pechuga, se expenden tan caro como si fueran muela de gallo.
Menos de un 20 % de la población consume pollo congelado, que tiene un sobre costo en hielo y energía eléctrica, por lo que la gran mayoría de los consumidores y propios detallistas quedan atrapados en una cadena de comercialización inhumana, que se lucra con la miseria de la gente.