Opinión

Pensamiento crítico

Pensamiento crítico

En la medida que pasa el tiempo uno podrá notar que gran parte de nuestras vidas en la educación inicial, universitaria y luego en nuestras vidas profesionales y personales se le ha dedicado demasiado tiempo atendiendo al “¿qué?”, y muy poco a aspectos más interesantes como el “¿Cómo?” y al “¿Por qué?”. Esta poca dedicación al pensamiento crítico tiene consecuencias muy reales en instituciones e individuos, no solo en la forma en que estos son capaces de aceptar cambios, sino también en la forma que estos impulsan los cambios.

En mi profesión, el Derecho, las consecuencias de este descuido pueden materializarse bastante rápido en el ejercicio.

A los 5 años de la graduación en mi licenciatura, un cuarto del material que me fue impartido ya estaba obsoleto (por cambios legislativos o de criterios jurisprudenciales), al día de hoy, salvo muy contadas excepciones, casi todo lo que aprendí en mis tiempos universitarios es inútil.
La falta de atención al “¿Cómo?” y “¿Porqué?” en el Derecho también se manifiesta en detalles tan importantes que van desde el proceso con el cual elaboramos nuestras leyes hasta en la simple persecución de los delitos. Hoy se sacan leyes desde nuestro Congreso que sin ninguna consideración a casi 200 años de historia eliminan figuras bien establecidas e importan desde otros países nuevas figuras sin ningún tipo de criterio o ponderación, no muy distinto se ve esto en nuestros tribunales donde la estructuración de elementos probatorios se sigue realizando sin estructura u orden lógico.

Este problema se manifiesta de forma similar en otras profesiones y oficios. Esto nos hace una sociedad demasiado oxidada para aceptar la necesidad de cambios, y al mismo tiempo demasiado torpe para comprender los cambios que necesitamos y como implementarlos.

Aunque si bien uno podría atribuir razones culturales a este problema y plantear soluciones institucionales para el mismo, lo cierto es que el primer paso para una solución requiere un poco de honestidad sobre lo que estamos haciendo y los objetivos que estamos trazando, y sobretodo mucho esfuerzo por parte de los individuos para reconocer esas carencias en nuestro sistema y ofrecerse soluciones por si mismos.

La falta sistémica de pensamiento crítico en todos los órdenes de nuestra sociedad puede que sean el mayor ancla de nuestro desarrollo y, sin dudas, el mayor freno que hoy enfrentan de manera individual cada uno de nosotros como ciudadanos. Y la realidad es que la solución a ese problema no puede venir de aspiraciones generacionales, sino de una acción consciente de cada individuo. Lo más difícil de esto es que aceptemos que, en efecto, este es un problema.

El Nacional

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