Opinión

Post abril 65

Post  abril 65

Narciso Isa Conde

Este abril se cumplen 54 años de la insurrección constitucionalista y el desembarco de 42 mil soldados estadounidenses destinados a impedir la victoria plena de la segunda revolución popular y democrática caribeña en el siglo XX.

El 24 de abril de 1965 estalló en Santo Domingo una rebelión popular que derrocó el Gobierno surgido del golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963, que reclamó de la restauración del Gobierno elegido el 20 de diciembre de 1962, bajo la presidencia de Juan Bosch, y de la todavía sin par Constitución del 63.
El movimiento constitucionalista-revolucionario se desarrolló impetuoso con la participación estelar del pueblo en armas y una parte de los militares, y en solo tres días rompió las estructuras de dominio y represión tradicionales.

Entonces Caamaño simbolizó la esperanza redentora y el general golpista Elías Wessin y Wessin simbolizó la destrucción y la muerte, el golpismo entreguista y genocida. Entonces las tropas estadounidenses finalmente desembarcaron para reestructurar las viejas fuerzas castrenses cuando estaban a punto de ser totalmente derrotadas.

Después que la invasión militar yanqui nos arrebatara la conquista de una democracia con poder popular y autodeterminación nacional, hemos padecido un largo período de predomino de las derechas.

Con la contrarrevolución llegó Balaguer, que junto a la CÍA y el Pentágono, nos impusieron el régimen de terror de los doce años. EE. UU. reestructuró el viejo ejército e impuso el neo-trujillismo aliado a la derecha golpista. Balaguer permaneció durante tres períodos consecutivos a base de represión, corrupción y fraudes electorales.

Luego, un PRD condicionado, mediatizado por su dirección política y cooptado por Estados Unidos y sectores de la clase dominante dominicana, ascendió al gobierno y en sus 8 años de gestión auspició la rehabilitación política de Balaguer y con ella diez años más de su corrupta y entreguista administración.

Más tarde una cúpula del PLD corrompido y neo-liberalizada, favorecida por Balaguer, lo relevó hasta verse desplazada de nuevo por un gobierno del PRD presidido por Hipólito Mejía, que auspició un gobierno desastroso.

Ese gobierno perredeísta de Hipólito Mejía facilitó el retorno de Leonel Fernández-PLD al gobierno, quien luego sucedido por Danilo Medina, garantizando así la continuidad por 15 años más del neoliberalismo, la subordinación a EE. UU., el repunte del binomio corrupción-impunidad y la imposición de una dictadura constitucional teñida de morado; por fin masivamente repudiada. Y ese círculo vicioso procuran reproducirlo de nuevo, por lo que habrá más cosas que plantear y enfrentar.

El Nacional

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