Por: Daniel Guerrero
guerrerodanielus@yahoo.com
China en el corazón
La participación de China dentro de la economía mundial avanza a ritmo acelerado, a tal punto que el año 2013 cerró con un predominio indiscutible del gigante asiático dentro del comercio internacional, situándose ya en la cúspide del movimiento global de exportaciones e importaciones de bienes. En efecto, datos recientes suministrados por funcionarios aduaneros chinos dan cuenta de que el comercio exterior chino alcanzó el pasado año los 4,16 billones de dólares, superando al norteamericano que a noviembre sumó 3,5 billones. El superávit comercial del país asiático sumó los 289 mil 800 millones de dólares, en tanto que el balance comercial de Estados Unidos siguió acumulando números rojos.
El peso e incidencia de China dentro del mapa económico mundial se acentúa más en la región Asia-Pacífico al constituirse un “bloque del yuan” donde las economías del Asia Oriental vinculan cada vez más sus respectivas transacciones comerciales con el yuan, moneda china, alejándose un tanto del dólar norteamericano.
Siendo China el país que atesora las mayores reservas internacionales del globo terráqueo (con más de 3,4 billones de dólares) es lógico suponer que su divisa ha pasado a ser demandada por la comunidad financiera internacional y lo será más en la medida en que las inversiones y el comercio del gigante asiático se desparramen por todos los vasos comunicantes de la economía mundial.
Debe recordarse que una moneda de reserva es aquella que suele ser acumulada en grandes cantidades en las bóvedas de sus respectivos bancos centrales bajo la forma de reservas internacionales y es indudable que en este siglo 21 hay que contar no sólo con el dólar y el euro (moneda única europea), sino con el yuan chino.
Durante las pasadas tres décadas China acumuló una tasa de crecimiento del PBI cercana a 9,9 por ciento, a pesar de que en los últimos tres años el país asiático ha visto reducir su ritmo productivo por debajo del 8 por ciento sin que esto signifique una tendencia hacia la desaceleración irreversible de la locomotora china.
El economista francés Jacques Attali se quedó corto al pronosticar en su “Breve historia del futuro” (2006) que China se convertirá en la segunda potencia económica mundial, con mil 350 millones de habitantes en 2015 y que su Producto Interno Bruto (PIB) superará al de Japón y al de Estados Unidos en 2040, en tanto que su partición sobre el PBI mundial pasará al 7 por ciento en 2015.
Las ruedas de la locomotora china han abreviado los plazos proyectados por el reconocido pensador Attali, pues China ha devenido ya el principal actor comercial del mundo, desplazando de manera categórica a Estados Unidos. Y ya se sabe que desde el 2011 China desplazó a Japón como segunda potencia económica mundial.
En el 2013 China cerró como el principal emisor de turistas al movilizar unos 97 millones de personas, consolidándose para el 2020 como el mercado número uno a escala planetaria con más de 100 millones de viajeros, según datos de la Organización Mundial del Turismo (OMT).
Definitivamente, el centro de gravedad de la economía mundial se está desplazando vertiginosamente desde Estados Unidos hacia China, como si se tratara de un retorno a los siglos de dominio comercial asiático que se mantuvo hasta mediados del siglo 18, cuando Europa y Estados Unidos pasaron a dominar el mapa económico mundial.

