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El presidente de la Cámara de Diputados, Radhamés Camacho, agrega más ruido a los escándalos que han rodeado su gestión con la declaración de urgencia de la licitación para adquirir canastillas, colchas y camas. Se supone que los enseres no son para los diputados, que además de su salario cuentan con muchos otros privilegios.

Si las 20 mil canastillas, 3,100 colchas y 540 camas son para donaciones, no se sabe cuál es la prisa. Hasta donde se tiene entendido el Ministerio de Salud Pública no ha declarado alguna crisis sanitaria que amerite la generosidad de la Cámara de Diputados.

La licitación de por sí es cuestionable al apartarse de la función de los congresistas, pero más todavía al ser declarada de urgencia, como si respondiera a algún caso “inesperado e imprevisible”.

Por improcedente y bochornosa la licitación de los diputados ha debido suspenderse e investigarse.

El Nacional

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