Editorial

Primera señal

Primera señal

Al recibir la resolución de la Asamblea Nacional que lo proclama como presidente electo de la República, el licenciado Danilo Medina ha reiterado su promesa de cumplir con todos los puntos  de su programa de gobierno, pero advirtió que no sería con la celeridad que habría deseado porque   su gestión estará marcada por   dificultades preexistentes.

Cuando faltan dos semanas para  su juramentación, el  licenciado Medina envía una primera señal de que no encontraría un escenario fácil en la primera magistratura del Estado, pero fue categórico al señalar que trabaja día y noche  en la formulación de  planes y proyectos con la firme decisión política de   acometer sus  compromisos electorales.

El presidente electo ha sido cauto  al referirse a la magnitud  de los problemas  fiscales, financieros y sociales que  deberá afrontar desde  el mismo día de su juramentación,  pero su   afirmación de que  la agenda de gobierno no  sería ejecutada con la celeridad a la que él aspiraba, ofrece una idea  del cúmulo y magnitud de las dificultades.

Se resalta el buen ánimo del  próximo mandatario en  enfrentar con  determinación males  y crisis  apremiantes que  traban el desarrollo y agobian a la sociedad,  como la crisis eléctrica, el atraso en  la educación y el  grave déficit fiscal, sobre los cuales ha adelantado que gestionará la concertación de pactos nacionales para poder afrontarlos.

Es claro que  el gobierno de Danilo Medina requiere desde su inicio el espaldarazo de la clase política,  empresariado y sociedad civil, a los que desde ya  ha convocado el presidente electo para encaminar grandes jornadas de concertación, como lo dispone la Estrategia Nacional de Desarrollo, una ley con rango constitucional.

El licenciado Medina no llegará al Palacio Nacional con una vara mágica, aunque sí con las árganas repletas de proyectos y promesas, que sólo pueden ser cumplidas si cada sector de la vida nacional aporta  significativa cuota de sacrificio y si el mandatario ejerce desde el primer día un gobierno transparente, honrado y austero.

Aún no se sabe  cuál será la magnitud del déficit fiscal, ni de dónde  se recabarán los recursos para  cumplir con el 4% a la educación, ni cómo financiar un adecuado programa de inversión pública, pero aun así,  el presidente electo  ha dicho que cumplirá con su promesa de  consolidar el crecimiento económico, aplicar  una política de redistribución del ingreso y promover la creación de empleos dignos.

Sin razones para envidiar la trascendente misión que  aguarda  al licenciado Medina,  es oportuno reiterar la imperiosa necesidad de que su gestión cuente con el respaldo del abanico social, político y económico, en el entendido  de que  pesada será la carga y largo el camino.                       

El Nacional

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