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PRM, poder y disyuntiva

PRM, poder y disyuntiva

José Antonio Aybar

Por más que el panorama político parezca estable, el PRM está entrando en una zona de turbulencia que no debe subestimarse. Con la decisión del presidente Luis Abinader de no optar por un tercer mandato el partido de gobierno se asoma a una transición de liderazgo en pleno ejercicio del poder.

Hoy el PRM tiene todo para consolidarse como una fuerza gobernante a largo plazo, pero también tiene todas las condiciones para repetir el desastre que vivió su antecesor, el PRD, en los años 90: egos desatados, guerras internas y una ruptura que terminó abriéndole la puerta al PLD por dos décadas.

Sin que aún haya pasado la mitad del segundo gobierno de Abinader, ya hay al menos 20 dirigentes con aspiraciones presidenciales o con intereses directos en estructuras internas y sin reglas claras ni árbitros fuertes, lo que comienza como debate se puede transformar en pelea. Figuras como Carolina Mejía, David Collado, Raquel Peña, o Alfredo Pacheco ya mueven sus fichas. Y eso está bien, siempre que el tablero no se rompa.

El doctor Guido Gómez Mazara, quien sale muy bien posicionado en las encuestas internas, ha sido el único funcionario en calificar como una aberración de la política nacional la doble condición de ser funcionario y aspirar a un cargo electivo.

Mientras, se están librando otras batallas, como la que se aproxima por la secretaría general del partido, lo que aumenta las tensiones. Aunque a todas luces Pacheco camina holgado en el carril de adentro, desde el litoral hipolitista la apuesta es por Juan Garrigó Mejía.

El presidente se ha mantenido como un líder moderador, más enfocado en la gestión de gobierno que en la dinámica partidaria. Se proyecta que Abinader asuma la presidencia formal del PRM en 2026, con el objetivo de evitar una implosión interna. Como van las cosas hay quienes entienden que deberá intervenir antes de lo debido.

Si Abinader no dirige el proceso de transición, las diferentes corrientes podrían dividir el partido. Sin árbitro, cada quien buscará imponerse. Ya se vivió con el PRD.

La Fuerza del Pueblo y el PLD están atentos. Una grieta en el PRM les basta para construir el relato de que el partido de gobierno no sabe organizarse.

Lo que vendría sería una reconfiguración del poder, donde los principales liderazgos formarían grupos y el partido se vería cada vez más fragmentado ante el ojo público. Si eso ocurre, no sólo peligra la unidad del PRM, sino también su capacidad para retener el poder en 2028.

Si el PRM quiere evitar ese destino tiene que hacer ahora lo que el PRD no supo hacer a tiempo: pensar en el país antes que en las candidaturas. No se puede olvidar que la política no perdona la improvisación y, mucho menos, la división.