POR: Carlos Manuel Estrella

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Observando la política

El año comenzó con inusitado activismo en partidos tradicionales como si 2013 fuese preelectoral, un comportamiento que merece ser observado de cerca por la masa crítica de la población, medios de comunicación comprometidos con la verdad y la sociedad civil.
El Partido de la Liberación (PLD) marca diferencias y es el único que válidamente puede justificar proselitismo interno como parte del cronograma del congreso elector para ampliar matrículas de órganos de dirección, no así los otros partidos que están muy retrasados en eso.

Los reformistas anuncian convención para renovar o ratificar su presidencia y de paso definir rol de seguir como bisagra y aliado al partido de gobierno o asumir el papel de opositor pleno que trillar su propio camino con candidatos independientes.

Los perredeístas siguen en sus trece. Aún no definen sus querellas internas ni admiten que división actual luce insalvable y que deben acostumbrarse a que un sector “se ganó” y apropió con ayuda oficial de siglas y símbolos para usarlos como botín de guerra y negocios.
La clase política, incluido el PLD con su demostrada organización, recursos y planificación para seguir en el poder, no ofrece solución de gobierno a graves problemas nacionales como inseguridad, desempleo, déficit energético, corrupción e impunidad, además de falta de institucionalidad.

No hay oposición política formal. Ni PRD ni PRSC la encarnan. Los grupos cívicos no partidistas son únicos contestatarios e interlocutores con el gobierno, capaces de movilizarse en protestas sociales y exigencias de institucionalidad, con aspiraciones de cambios reales en democracia.

Para frenar pretensiones no disimuladas de imponer el unipartidismo, retener control absoluto de todo órgano de poder formal en democracia y fomentar clientelismo y enriquecimiento desde el Estado, se impone observar de cerca clase y partidos políticos para proclamar, si posible en las calles, la deseada institucionalidad y oposición democrática.