PRD: ¿Reflejo del país?
La situación del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), agravada tras su convención, alienta teorías del presente y futuro sobre la democracia post Trujillo en cuya construcción esa organización fue fundamental, como fuerza electoral mayoritaria.
Con lo ocurrido en la validación de la presidencia fáctica de Miguel Vargas, propietario usufructuario de franquicia PRD, se consuma formalmente la división partidaria y consecuente debilitamiento electoral, garantía de continuidad para el Partido de la Liberación Dominicana (PLD).
La fuerza disidente y opositora a Vargas, excluida por expulsión u omisión del padrón interno, se cobijará bajo la propuesta denominación de Partido Revolucionario Mayoritario (PRM) modificación del nombre Alianza Social Demócrata, de los Abinader, quienes dicen tener mayoría.
Esta es otra escisión del partido blanco, sobreviviente desde sus inicios (1939) de múltiples divisiones, y progenitor de agrupaciones con vocación de poder como el propio PLD, creación de Juan Bosch al igual que el hoy dividido “partido de la esperanza nacional.
En busca de justificaciones se alega que lo que ocurre en el PRD es reflejo de la sociedad, dividida y colapsada en lo institucional y económico, predominio del interés particular por encima del colectivo, y del ejercicio de actividad política como escalera para negocios y ventajas mercantiles.
La realidad crítica y de división insalvable del otrora partido mayoritario es golpe mortal a la democracia y verdadera oposición política como contrapeso del predominio cada vez más aplastante del grupo mayoritario y dominante, el PLD, que hace temer surja el unipartidismo.
La percepción generalizada, a dos años de elecciones, que el PLD navega con viento favorable y sin oposición para reeditar sus últimas victorias, ampliar control y mantener impunidad, es llamado de alerta para que surja otra opción de contrapeso que evite el derrotero hacia dictadura de partido.
El PRD no refleja el país, es parte, no el todo.