Opinión

PUNTOS… Y PICAS

PUNTOS… Y PICAS

Carlos Manuel Estrella

Santiago es vergüenza

 

La otrora ciudad más limpia del país, orgullo de munícipes, hoy es enorme vertedero a cielo abierto, urbe descuidada, sucia, pestilente, asquerosa y vergonzosa en que la basura es producto de consumo masivo y adorno del centro histórico, plazas, calles y avenidas.

En el ocaso del sexenio de gobierno local, con énfasis en largo período de transición, la acumulación de desechos sólidos a vista de todos, nativos y visitantes, es insulto visual, estímulo a insalubridad, evidencia de incapacidad operativa y confirmación de paupérrima administración municipal.

En este caos resalta la desastrosa gestión del alcalde Gilberto Serulle que, en seis años, privilegió megaproyectos en detrimento de funciones fundamentales de todo ayuntamiento de mantener higiene pública, aseo urbano, así como el orden vial del tránsito y transporte.

La odiosa comparación del antes y ahora, la situación encontrada en 2010 por la gestión que termina en dos semanas, aporta la ilustrativa realidad de que avances de entonces en recogida, traslado y disposición final de residuos sólidos fueron echados por la borda en un santiamén.

Luego de grandes esfuerzos, labor combinada pública-privada con apoyo internacional, el ayuntamiento de Santiago logró inaugurar el llamado Eco parque Rafey, proyecto modelo nacional con proyección a ser replicado, al transformar el vertedero a cielo abierto en relleno sanitario.
Esto fue posible con manejo técnico del asunto, sin politización ni intereses particulares, apoyo del empresariado vía Corporación Zona Franca Santiago, que aportó 75 millones de pesos, Xunta de Galicia y Agencia de Cooperación Internacional de Japón, con especialistas en el método Fukuoka. La peor huella de la gestión del alcalde Serulle es destruir ese proyecto, descuidar el aseo urbano y colocar a Santiago como símbolo de vergüenza colectiva en materia de basura. El reto y prioridad del entrante Abel Martínez será revertirlo y devolver el orgullo a los santiagueros.

El Nacional

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