Editorial

 Que se aclare

 Que se aclare

La revelación  hecha por  el diario  The New York Times  de que República Dominicana figura entre cinco países de América Latina donde la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) ha desplegado en los últimos años  escuadrones de tipo comando secretos para combatir a cárteles de drogas, merece  que las autoridades nacionales  aclararen la certeza de tan extraña operación.

El reportaje, basado en documentos y entrevistas  a oficiales de la DEA, señala que  ese programa, denominado FATS, para despliegue de equipos consultivos para el extranjero, fue diseñado durante el gobierno del presidente George W. Bush para investigar a los talibanes vinculados a las drogas en Afganistán, pero la administración  de Barack Obama lo ha extendido a América Latina.

Se afirma que en 2009, la DEA envió a las costas dominicanas y de Haití un escuadrón a bordo de un  buque  anfibio de asalto de la Armada Estadounidense, “donde se centró en los aviones utilizados para  contrabando” y  que esos marines participaron en la captura de tres narcotraficantes en el lado haitiano.

Por tratarse de  crimen de lesa humanidad, la lucha contra el narcotráfico no tiene fronteras, conforme a convenciones internacionales de las cuales República Dominicana es  signataria, pero la cooperación internacional en el combate  contra ese flagelo debería estar regida por un protocolo que ayude a evitar o impedir violaciones a la soberanía o a normas procesales internas.

El envío de  un buque de guerra a  costas dominicanas y haitianas para  realizar operaciones de tipo militar, requiere al menos de una explicación del Gobierno que  seguramente ha concedido permiso para un programa que  se diseñó para operar en estado de guerra, básicamente para repeler  al terrorismo.

No se niega la efectividad de ese operativo militar contra el tráfico de drogas ni el valor que representa ese tipo de cooperación a naciones  en vía de desarrollo que carecen de equipos  para tales fines, pero se insiste en  advertir que cualquier exceso significa violación al fuero interno, lo que se  entiende  el Gobierno no debería permitir.

La DEA carecen de calidad para producir detenciones en suelo nacional  y tampoco en  su soberanía marítima, en este caso sin contar con el consentimiento   del Gobierno dominicano, por lo que las autoridades están compelidas a explicar el  alcance de  ese programa que  se aplica aquí, en Haití, Honduras, Guatemala y Belice.

Sin  adjurar  a la cooperación externa en la lucha contra el narcotráfico y crímenes  conexos,  el envío de equipos de guerra a costas dominicanas como revela el reportaje de The New York Times, debería ser motivo de preocupación, más aun si se afirma que corresponde con un cambio de política en Washington para abordar el tráfico de drogas con los mismos esquemas  que la lucha contra el terrorismo.

El Nacional

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