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QUINTAESENCIA

QUINTAESENCIA

Rafael Ciprián

Abinader y el Estado

El presidente Luis Abinader declaró que deseaba ser recordado, después de terminado su mandato popular, como el gobernante que reformó el Estado. Esa es una aspiración muy legítima y necesaria, pero requiere hacer los cambios necesarios.

Casi todos los presidentes que hemos tenido se han planteado ese objetivo. En principio, a nadie le gusta que lo recuerden como un copista o un simple administrador o reproductor de lo mismo.

Después que el primer presidente de nuestra República, el general Pedro Santana, salió del poder, la lucha por reformar el Estado que dejó fue titánica. El caudillo de El Seibo, con su regreso al poder, prefirió anexar el país a España antes que permitir que otros dominicanos terminaran con su obra.

Así Santana pasó de jefe de Estado a un discriminado gobernador de provincia, y con el vergonzoso título feudal de marqués de Las Carreras. Con el segundo período republicano, a partir del triunfo militar de los restauradores y la expulsión de España en el 1865, continuó el combate fratricida entre los dominicanos para administrar la cosa pública, con la consigna de “abajo el que suba”.

Hasta que se produjo la humillante ocupación militar norteamericana, que duró del 1916 al 1924. Impuso la escuela de cobardía y servilismo en que se inscribieron, como alumnos aventajados, nuestros tradicionales sectores dominantes.
Luego, llegó el tirano Rafael Leonidas Trujillo Molina, el mejor pupilo de las fuerzas de ocupación, para mandar como señor de horca y cuchillo, y transformador Estado.

Logró convertir el país en su finca privada. Con el ajusticiamiento de Trujillo, resurgieron como la verdolaga los aspirantes a Presidentes. Juan Bosch dio ejemplo de cómo gobernar con dignidad, pero no podían tolerarlo y lo tumbaron a los siete meses. Eso generó la Guerra de Abril, constitucionalista y patriótica, que fue aplastada por la otra intervención militar del coloso del Norte en el 1965.

Pasaron los gobiernos que van de Balaguer a Danilo, hasta llegar a Abinader, quien está dando muestras de que tiene vocación política de reformador del Estado.

Por eso convocó, con espíritu democrático, a un gran diálogo nacional. Se analizan sus propuestas para la revisión constitucional que se avecina. El buque insignia actual del presidente Abinader es la independencia real, que no formal, del Ministerio Público.

Y con la magistrada Miriam Germán Brito, como titular de la Procuraduría General de la República, y los adjuntos, magistrados Yenny Berenice Reynoso Wilson Camacho, está asegurado ese puntal esencial del plan de reforma del Estado. Tenemos que mantenerle el voto de confianza al presidente Abinader, porque ya el pueblo se lo dio. iQue se convierta en el reformador del Estado, para bien de todos!.

Por. Rafael Ciprián
rafaelciprian@hotmail.com

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