Tras la proclamación de la independencia nacional el 27 de febrero de 1844 en la Puerta del Conde, el pueblo dominicano tuvo que defender su grito de libertad al repeler las huestes haitianas comandadas por el general Charles Herard apenas dos semanas después en la batalla del 19 de marzo librada en Azua. Sin embargo, los haitianos, a pesar de que superaban a los dominicanos en soldados y armas, no se dieron por vencidos. Una columna todavía más numerosa, al frente de la cual se encontraba el también general Jean Louis Pierrot, fue humillada en el Cibao en la histórica batalla del 30 de marzo para que los invasores se convencieran de la determinación de ser libre o morir del pueblo dominicano. Esa contienda, de la cual se conmemora hoy el 176 aniversario, consolidó el sentimiento nacional por la soberanía y la libertad. Próceres como los generales José María Imbert y Fernando Valerio encabezaron a los compatriotas que con machetes, palos, piedras y algún arma de fuego hicieron retroceder al Ejército haitiano que había llegado hasta Santiago. Tanto la del 19 como la del 30 de marzo son dos batallas icónicas porque ratificaron el carácter definitivo de la independencia que había sido proclamada el 27 de febrero. Esa determinación debe prevalecer como inspiración para preservar el valioso legado de esos compatriotas que ofrendaron sus vidas por la independencia, la soberanía y la libertad de los dominicanos. Velar y consolidar las históricas hazañas es el mejor homenaje que se puede hacer a los mártires de la independencia.
