El ministro de Salud Pública, Rafael Sánchez Cárdenas, y el presidente del Colegio Médico Dominicano (CMD), Waldo Ariel Suero, han vuelto a desperdiciar valiosas energías en una polémica estéril e inoportuna sobre el impacto del coronavirus en los servidores del sector sanitario. La mucha presión a que está sometido por la veloz expansión de la epidemia y la carencia de recursos para afrontarla, no es para que Sánchez pierda, como parece, la ecuanimidad. Más que como si fuera un rival tiene que revestirse de la mayor comprensión para conseguir la colaboración del presidente del gremio en un momento tan importante para recuperar la salud de la población. Nada se gana con desafíos como el de pedir a Suero que presente pruebas de los casi 60 médicos que estarían afectados por la enfermedad. Suero no tardó en responder, como si se tratara de un pulso, en señalar que 10 de los médicos afectados son de la provincia Duarte, el principal foco de la enfermedad en el país; más de 10 en Santiago, cuatro en Patología, dos ayudantes y dos residentes. El dirigente gremial presentó una relación completa, porque su entidad lleva un registro caso por caso. El llamado de Sánchez Cárdenas a todos los sectores para que colaboren a detener el virus es muy auspicioso, pero es obvio que tiene que ser más receptivo frente a las denuncias y sugerencias de entidades como el CMD. Los tiempos demandan más unidad y menos confrontación para lidiar con un enemigo que no da tregua.
