Con la partida de nuestro inolvidable amigo y maestro, Radhamés Gómez Pepín, nuestro país pierde uno de sus grandes hijos, que llenó de dignidad el periodismo nacional, de amor y respeto a su familia y amigos y que partió hacia el padre con la satisfacción del deber cumplido. Nació en Santiago de los Caballeros el 14 de diciembre del año 1927, lo cual el proclamaba lleno de orgullo y satisfacción.
Se inició como periodista a muy temprana edad, y le toco vivir y manejarse magistralmente en muchas etapas difíciles para el periodismo en la evolución de nuestra democracia, y por más de un cuarto de siglo fue director del periódico El Nacional, hasta el momento de su fallecimiento. Como todo ser humano, en lo personal, supero grandes pruebas, pero como hombre de valentía, supo reconocer sus errores y enmendarlos con gallardía, firmeza y la fuerza de voluntad que le caracterizaba.
En una entrevista hace varios años el manifestó que su mayor éxito en la vida no estaba en el periodismo, sino como padre, ya que tuvo siete hijos profesionales, disciplinados y unidos. Manifestó que un director de periódico se forma, no se aprende en una escuela e hizo un llamado de atención, ya que entendía que actualmente muchos comunicadores incurren en excesos en las libertades de expresión, en la televisión y la radio, utilizando palabrotas a dos por chele y nadie dice nada.
Dijo que eso ha sido lo malo de la democracia, el abuso y los excesos. Por todo lado, afirmo que la mejor arma de un periodista es la independencia y exhibir un historial limpio, sin mendicidades de ningún tipo y sobre todo amar el oficio y la formación académica.
En lo personal tuve la dicha de colaborar y ser parte de el periódico el Nacional por mas de 30 años, bajo la dirección de Radhamés, a través de mi columna de los jueves, al lado del editorial, donde siempre cultivamos una relación de amistad y respeto, porque ambos, compartíamos la cualidad de ser estrictos y firmes, cosa que a veces puede crear fricción, pero siempre buscábamos la manera de armonizar y superar cualquier diferencia o inquietud. Qué gran escuela, que gran maestro.
El, junto a Rafael Herrera en el Listin diario, Rafael Molina Morillo del periódico el Dia y en los inicios del Nacional, fueron mis tres maestros que me enorgullecen de pertenecer a la importante academia de nuestros comunicadores en las ultimas decadas. Nos unimos al dolor de las familias de nuestro respetado amigo, Radhamés Gómez Pepín, y que Dios acoja su alma, y nosotros aprendamos y aplaquemos su legado y su recuerdo. Hasta el próximo jueves.