Junto al auge de los feminicidios, aflora un rebrote de delincuencia matizada por frecuentes asesinatos que perpetran delincuentes durante la comisión de atracos, asaltos o muertes por encargo, lo que tiene a la población estresada, angustiada y temerosa.

No transcurren 24 horas sin que la Policía informe sobre ciudadanos que caen a manos de antisociales, incluidos propios miembros de la institución y de cuerpos castrenses o asesinados por encargo del narcotráfico.

Aquí se asesina para despojar a las víctimas de una motocicleta, un teléfono móvil o una cartera, lo que indica que los delincuentes no paran mientes para quitarles la vida a mujeres, menores, ancianos o quien sea que se atreva a salir a las calles.

La Policía informa con frecuencia sobre alegados intercambios de disparos en los que mueren supuestos pandilleros o sicarios, sucesos que en vez de disminuir agravan la generalizada situación de violencia y delincuencia.

Aunque el procurador general, Francisco Domínguez Brito, ha dicho que hubo una reducción de los casos de homicidios durante el primer semestre de este año, la ciudadanía tiene una percepción distinta, pues es evidente que el flagelo ha crecido y crece cada día.

¿Guerra fría?

Los bombardeos de Israel contra territorio de Palestina, el acoso de milicianos islámicos contra el gobierno de Irak y el conflicto bélico entre el ejército de Ucrania contra rebeldes prorrusos dibujan un extendido cuadro geográfico afectado por dilatada violencia y disidencia.

El derribo con el impacto de un misil de un avión de Malasia que volaba con 283 pasajeros sobre el espacio aéreo de Ucrania agrava aún más el teatro de crisis que confronta a Rusia, Estados Unidos y Unión Europea.

La humanidad no merece que por razones religiosas, económicas o geopolíticas, el mundo retorne a aciagos tiempos de la Guerra Fría, matizada por actos de guerra en territorios del subdesarrollo que estimulan las grandes economías.