Opinión

Recreación novelada

Recreación novelada

Luego de un extenso preámbulo, la narrativa aborda lo que es la esencia de la novela “El Degüello de Moca”, que no es más que acontecimiento histórico y fatídico que enlutó, un 3 de abril de 1805, la parte oriental de la isla, principalmente a la Villa de Moca. Este asesinato en masa no parece ser un hecho tan común en la historia de convivencia de los pueblos de América, pues hay que destacar el agravante de que se eligiera como escenario el interior del templo católico “Nuestra Señora del Rosario de Moca”.
La síntesis del hecho histórico, ahora novelado, la hace el personaje juan Francisco, el Sacristán, en su condición de Cronista de la Villa de Moca, quien, luego de recabar testimonios, ha dejado saber que “los mocanos habían sido invitados a celebrar, en el templo, un Tedeum en acción de gracias a Dios por la paz que habían logrado los haitianos con respecto a Francia. Iniciado el oficio religioso los haitianos de las tropas de Dessalines comandado por Henri Cristophe cerraron las puertas de la iglesia donde habían concentradas aproximadamente unas 400 personas entre niños, mujeres, y hombres, incluido el párroco que estaba realizando el Tedeum.

“A seguida fue iniciado el acto religioso, vino una sangrienta escena donde fueron degolladas todas las personas allí reunidas, a excepción de tres de ellas, incluido un monaguillo que vio el inicio de la acción, y huyó a un lugar muy oculto de la sacristía, y dos mujeres, una que se desmayó y la creyeron muerta, y otra que quedó debajo de los cadáveres, y también fingió estar muerta. La acción de degüello haitiano se llevó a cabo con sables, puñales, fusiles, bayonetas”.

A la sangrienta orgia se sumó un gran incendio con la quema del templo, donde estaban los cuerpos yacentes. También quemaron viviendas cercanas a la iglesia. Tras su salida, las tropas saquearon viviendas de pueblos cercanos, y cometieron violaciones. De forma dramática la novela describe de esta manera el instante vivido:

“Crujían los sables traspasando costados y costillas. Chirriaban los fusiles atravesando cuerpos y barrigas. Gritaban los niños cuando las bayonetas doblegan sus piernas.

Ruedan degolladas las cabezas, y se ven cuerpos tumbados en el suelo. Manos ensangrentadas y rostros mutilados ardiendo con el crepitar del fuego del templo en una macabra escena de cadáveres, sangre y cenizas revueltas” Los feligreses murieron bajo el espanto de una espantosa orgia, y sus despavoridos gritos hicieron del templo un macabro escenario de un horror increíble”

“Los cuerpos acribillados eran un escenario para enloquecer. Todos los sobrevivientes dijeron haber visto cómo los haitianos tiraban los niños hacia arriba y lo ensartaban en bayonetas. Todas las muertes violentas son dolorosas, pero lo que más se lamenta es el hecho de tantos niños degollados en el templo durante la trágica mañana de abril”.

El Nacional

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