Opinión

Reflexión y buen juicio

Reflexión y buen juicio

Lo peor que pudiera ocurrir es que el buen juicio y la virtud de la reflexión se conviertan en artículos de lujo inaccesibles para el Gobierno, liderazgo político, religioso, empresarial y académico, porque en vez de diálogo y concertación, prevalecería la irracionalidad e intolerancia.

Semana Santa, otrora tiempo propicio para promover formas de resolución de conflictos o desavenencias a través de la invocación del bien común, parece convertirse hoy en un periodo infectado de ásperas disputas políticas sin que se permita a la sociedad vislumbrar en los contendientes algún reflejo de sensatez.

La Iglesia, que antes fungía como eficiente árbitro recolector de cordura, figura hoy en el centro del coliseo, obligada a elevar preces a María para no ser devorada por fieras que exhiben filosos colmillos y garras, a la espera de que alguien con poder voltee el pulgar.

Los que moran en el olimpo dominicano no parecen advertidos de que por el camino de la confrontación irracional se llega directo al despeñadero económico, social y político, que reparar el daño infringido por una crisis de gran magnitud tarda muchos anos.

Es innegable que República Dominicana cuenta con la protección de la Virgen de la Altagracia, porque de otra manera no se explica cómo su economía puede crecer en estabilidad, a pesar de las temeridades de sus autoridades, clase política y sector empresarial.

Es obvio que mansos ni cimarrones deberían abusar de su suerte ni jugar por siempre a la ruleta rusa, porque el peligro de un crack económico ha estado latente, signado por un entorno internacional caracterizado por guerras comerciales, alzas del petróleo, caída de los ‘commodities’ e incremento de las tasas de interés.

Los ruegos son para que durante Semana Santa el liderazgo nacional retorne a los jardines de la reflexión y el buen juicio, que todos coloquen el interés de la nación y el de sus conciudadanos muy por encima de los propios, y que el diálogo sea de nuevo el más idóneo instrumento para la resolución de conflictos.

Ojalá que el próximo lunes todos retornen con la cabeza fría aunque ardan los corazones, porque sería una tragedia mayor si por una desbordada insensatez de su clase dirigente, el país retorna a aciagos días de crisis económica, política o social, enfermedad letal de la que no se recuperan apreciados vecinos.

El Nacional

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