Nuestro incordioso vecino Haití, con quien por determinismo geográfico compartimos sin otra opción la colonial isla Española, ocasiona grandes y graves problemas para muestra normal desenvoltura doméstica, porque los últimos gobiernos del PLD, permitieron que nacionales haitianos nos hayan invadido pacífica y gradualmente, sin disparar un solo tiro.
Diferente entre 1844-1852, cuando nuestros patriotas pelearon contra los intrusos haitianos en esos doce años, 29 batallas, reyertas, escaramuzas y pleitos.
Hoy, estimados cuantifican la presencia ilegal haitiana entre 1.5 y dos millones, desertando de originales labores agrícolas, a desplazar empleos dominicanos, en turismo, porque cualquier haitiano domina idiomas francés, español e inglés, superando idiomas del dominicano.
En puntos geográficos como Higuey, la más alta referencia turística nacional, la presencia haitiana es abrumadora en Verón, El Hoyo de Friusa y Punta Cana.
Haitianos ilegales dominan el mercado de frutas, cocos, caña y jugos en triciclos, estacionados en multitud de esquinas del GSD, sin que los alcaldes dispongan preservar los espacios públicos.
Esa proliferación de buhoneros haitianos y haitianas no acontece en Santiago de los Caballeros, ni en Baní, demostración que cuando se quiere, se puede.
Multitud de buhoneras haitianas se desplazan en el GSD empujando cochecitos de niños repletos de golosinas, y pedigüeñas haitianas saturan esquinas de principales avenidas cargando sus vástagos, acompañadas por un par más, sin que gobiernos del PLD procedan, ni explique cómo llegan desde su país con sus críos, y quienes permiten sus accesos.
Mercados binacionales operan los fines de semana en Dajabón, Elías Piña, Jimaní y Pedernales, donde ingresan miles de nacionales haitianos comprando y vendiendo toda gama de mercaderías, y con la anuencia militar pagada, armas de fuego y sustancias alucinógenas prohibidas, y una porción se escabulle con la tolerancia militar corrupta, quedándose a residir ilegal.
Mercados con evidente entramado ilegal corrupto que tiene que concluir, comenzando porque deben funcionar del lado haitiano, para que sean los dominicanos que crucen la línea fronteriza, no al revés.
La Unión Europea, Estados Unidos, Francia, Alemania, Canadá y algunos países africanos, como Nigeria, rico en petróleo, urgen conformar un pool de Estados que diseñen programas de inversión, creando estructuras industriales del lado haitiano, propiedad de nacionales de esos países, a lo largo de 391 kilómetros de frontera, concluyendo irresponsables denuncias aviesas de esos países que maltratamos a los haitianos.
Farsa y chantaje tan grande como la actitud negativa de esos países para en verdad empoderarse para ayudar a Haití, y superar su condición de comunidad fallida, el país más empobrecido de AL, gran favela de 27 mil kilómetros cuadrados, seguido por Nicaragua y Venezuela.
En esos términos se pronunció la embajadora de Estados Unidos, Robin Bernstein el 27 de noviembre, disertando en la Cámara de Comercio Dominico-Americana, instando a la OEA y Unión Europea involucrarse en ayudar a Haití, “porque no puede ser (la ayuda) únicamente de EE. UU. y RD”.
El costo y la carga con que Haití, sin ningún derecho impone a nuestro país, debe concluir, y el próximo gobierno sustituirla con providencias inteligentes, aplicando estrictamente la ley 50-88 que define la política migratoria del Estado, que no se aplica por temor a represalias a las exportaciones a Haití, que superan mil millones de dólares anual.
Las referencias ominosas que Haití gravita en grave perjuicio nacional son reiterativas, la más reciente, sendos artículos publicados en El Caribe los días 27 y 28 de noviembre por su reportera Kirsis Díaz.
En la zona turística de Higüey la presencia haitiana es abrumadora.
Describe el aparataje (bulto) que presuntamente “custodia” la frontera por Cesfront, inútil criatura que nada resuelve para detener la hemorragia de haitianos que cada día decide ingresar y residir ilegal en nuestro país, permeada de corrupción.
Consigna que las tropas que “defienden” (¿?) la frontera la integran nueve mil soldados, distribuidos en tres brigadas de infantería.
Ese ineficaz y costoso operativo gulliveriano nos cuesta a los contribuyentes RD$49 millones diarios, entre sueldos, vituallas, alimentos, combustibles, todo un entramado de negocio que beneficia a la mafia militar.
Defensa arbitra un presupuesto anual de RD$31.1 mil millones, total, para que el contingente fronterizo cobre a ilegales haitianos permitirle ingresar al país entre RD$3 mil a RD$7 mil, que rinden, multiplicado varias veces diario.
Un cupo de 82,849 menores haitianos ilegales están matriculados en escuelas públicas, recibiendo los beneficios de los dominicanos, desayuno, merienda, almuerzo, libros, mochila, zapatos y uniformes, en los últimos tres años nos costaron a los contribuyentes RD$12 mil millones.
El Plan de Regularización de Extranjeros inscribió a 288,467, y 283,536 haitianos.
Haitianos ilegales dominan el mercado de frutas, cocos, caña y jugos en triciclos.
Dice Kiirsis que residen 497,825 haitianos ilegales. No es cierto, pendulan entre 1.5 y 2.0 millones.
En 2018 el costo del contribuyente a atenciones médicas a haitianos ilegales fue de RD$1,800 millones, 308,300 consultas médicas RD$242.3 millones, 217,562 emergencias RD$1,101,725,266 millones, 34 mil internamientos RD$572,933.149 millones 14,858 partos vaginales RD$131,330,456 millones.
No hay un país en el mundo con un cuadro asistencial como RD con Haití, y esa situación insostenible, irresponsable y criminal a que nos compulsan países poderosos y permite el PLD, el próximo gobierno tiene y debe eliminarlo, restaurando la socavada soberanía nacional, pecado y crimen de lesa patria imperdonable del PLD.