Opinión

Resolución de conflictos

Resolución de conflictos

Para poder encaminarse sin tropiezos hacia la anhelada puerta del desarrollo, la sociedad dominicana requiere empoderarse de una cultura cívica y política basada en la resolución de los conflictos por vía del diálogo, consenso y entendimiento.

Platos rotos en irracionales escenarios de confrontación o disenso no se reparan de la noche a la mañana porque cuesta mucho a una economía recomponerse después de una crisis inducida por la sinrazón o el extremismo. En América Latina sobran los ejemplos de conflictos que marcan retrocesos.

Al Gobierno le conviene abrir de par en par sus portones al ejercicio dialogante en procura de solución consensuada a problemas viejos o nuevos que impactan de manera relevante sobre la población: la economía, la institucionalidad, la mejor manera de prevenir el indeseado oleaje de protestas y desbordante confrontación.

La agenda de urgencias nacionales contiene asuntos vitales para la consolidación de la democracia y la economía, como sería una saludable y consensuada escogencia de los jueces de las Altas Cortes, revisión de los impuestos a los combustibles o acuerdo de fiscalidad y de Seguridad Social, pacto eléctrico y cero tolerancia a la corrupción o impunidad.

Los recursos de las huelgas, paros o marchas no guardan cercanía con la cultura dialogante que la sociedad toda está compelida a cultivar y promover, porque siempre será mejor negociar antes y no después de que se incendie la pradera, por lo que el Gobierno debe siempre tener lista la mesa de conversaciones.

Una rápida mirada al entorno regional ofrece ejemplos dolorosos del daño que causa la intolerancia oficial o la irracionalidad política, que han provocado crisis económicas, sociales o políticas en Brasil, Argentina, Colombia, Perú, Venezuela y Ecuador.

Aunque con grandes falencias, la economía dominicana se mantiene en el carril del crecimiento, con relativo control de inflación, buen flujo de inversión extranjera y sostenido aporte al PIB nacional del turismo, remesas y exportaciones nacionales y de zonas francas, activos que no deberían ser diezmados por la irracionalidad.

Lo que la sociedad dominicana clama y merece es que su liderazgo a todos los niveles privilegie el diálogo como forma de resolución de todos sus conflictos y que el Gobierno muestre auténtica voluntad política de dialogar, de escuchar y de atender los diversos reclamos del abanico social.

El Nacional

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