A Inquietudes Diplomáticas
¿Podría consignar algunos relatos y anécdotas , de origen histórico, que relacionen a la Navidad con aspectos de especial interés vinculados a la Diplomacia?
Con diversas motivaciones y propósitos, el medio internacional, y particularmente el diplomático, es uno de los que más relatos y anécdotas generan. Aunque muchas de ellas se refieren a hechos históricos particulares, de especial interés, y otras son de carácter más ligero, pero todas suelen tener una especial enseñanza.
En esa dirección, iniciaremos esta respuesta con un particular caso, que involucra a un Sumo Pontífice, se trata de un relato que se refiere al Papa Juan XXIII, Monseñor Angelo Giuseppe Roncalli, cuando desempeñaba la función de Nuncio Apostólico en París en 1945.
A pesar de su amplia difusión, es sin lugar a dudas una de las anécdotas, con fundamento histórico, más banales que se conocen del referido Santo Padre. El hecho sucedió en una cena oficial en París, en época navideña, y estuvo vinculado con la investidura diplomática del entonces Nuncio Apostólico.
En esa ocasión, por cuestiones de precedencia diplomática le correspondió un asiento al lado del suyo a una importante funcionaria, de marcada militancia “progresista“, quien asistió al evento ataviada con un vestido calificado de audaz por su casi total transparencia y por ser muy corto.
Al respecto se recuerda que en esa ocasión el futuro Sumo Pontífice solicitó a uno de los mozos acercarle una manzana que se encontraba en un arreglo decorativo navideño, y luego de recibirla, agarrando la misma tomándola con ambas manos, en un gesto solemne de cortesía, se la ofreció a la importante señora, la cual, admirada por el gesto, amablemente le preguntó el motivo de tan honroso ofrecimiento.
A lo que el Nuncio en París respondió: “Tiene una motivación bíblica: es que cuando Eva mordió la manzana fue cuando pudo darse cuenta de que estaba desnuda”.
Por otro lado, el siguiente es un relato contemporáneo, consignado originalmente en un chat de carácter profesional .
Se trata de una acción calificada de inaudita, realizada por un Embajador, jefe de misión, actuando presumiblemente, en forma contraria a lo que indican las raíces de la sociedad que representa, el cual dispuso en el Estado receptor, “el insólito retiro y entierro” de una estatua del Padre de la Patria de su país, al inicio de su misión, curiosamente en época navideña.
Es oportuno señalar, que previo a su gestión, dicha estatua había sido colocada en un significativo acto en un lugar público. Tan inusual proceder se atribuye a la personal creencia religiosa de ese Embajador, en la que estaría penada “la adoración de las estatuas “.
Finalmente, al acercarnos de algún modo al genuino sentido de la Navidad , sería apropiado recordar lo que decía el Embajador de carrera español Francisco Agramonte y Cortijo , refiriéndose a su viaje a Tierra Santa: “Alrededor del Sepulcro del Salvador, hoy sumido en odio y sangre, debe sonar muy raro el eco de aquella Voz Divina que decía: “¡Amaos los unos a los otros!”.

