La mortalidad por dengue, en reclamos al Ministerio de Salud, que no es epidemia por asuntos de semántica, es el tema de estos días. Un total de 95 personas han muerto en República Dominicana por dengue en lo que va del año, dicen las autoridades de salud, la mayoría de ellos, niños y niñas, para un total de 7.579 casos registrados en todo el país.
Habiéndose comprobado que la «mayoría de los y las pacientes acudieron al médico por lo menos dos o tres veces antes de su ingreso hospitalario, que muchos recibieron primero un diagnóstico distinto», y que también la mayoría llegó a tiempo a los hospitales, la Ministra de Salud, reconoció fallas en el manejo de la enfermedad, por ¨falta de interés de los médicos que recibieron los casos¨. En fin, un gran revuelo que tendrá consecuencias, porque al país pueblo, nos cuesta mucho mantener sistemas casi inoperantes.
Sin embargo, oficialmente para el primer semestre de este año, se reportaron 90 feminicidios y a la fecha, de datos relevados de la prensa, van muchas más de 150 mujeres asesinadas por violencia basada en el género, un problema grave de salud, de acuerdo a la OPS, sin que ninguna alarma saltara. Al contrario, el sistema de Salud Pública, y también los gremios, sin sobresalto, no reconocen este fenómeno de la Violencia Contra las Mujeres y las Niñas, no lo detectan, no lo previenen, no lo tratan y se lavan las manos, dejando que la justicia y sobre todo el Ministerio Público, sea quien actúe.
Pero, dentro del sistema de Salud Pública, en su complicado organigrama, hay personas que desde hace muchos años tratan de empujar políticas de salud de integración a la ruta crítica que recorren las mujeres y las niñas maltratadas, hasta llegar al feminicidio, que entienden que las dominicanas viven una situación extrema de violencias de género, con una media de 200 muertas cada año, en la invisibilidad del sistema de salud dominicano.
La violencia machista contra las mujeres es estructural en una sociedad patriarcal como la nuestra que la fundamenta, la mantiene, la recicla y es una de sus características. Todo esto, a través del coporativismo que es la institucionalización de la relación clientelar que en nuestros países y se está convirtiendo en prácticamente, la única dimensión política.
Y en este esquema corporativo tan poco democrático, los crímenes contra las mujeres se naturalizan y se hacen imperceptibles. Por eso, 200 mujeres cada año, masacradas y muertas violentamente, sin contar las que fallecen por causas asociadas a la maternidad, no conmueven al corporativismo del Estado dominicano.