Leía un artículo de la periodista española Ana Requena Aguilar, dirigido a identificar algunas medidas a establecerse para prevenir la violencia contra las mujeres, o machista, recordándonos que, este tipo de violencia es evitable, una cosa que el sistema de atención muchas veces ignora. Es evitable, en tanto el desmonte cultural se realice desde todos los espacios de la vida nacional, abarcando lo privado y lo público, una acción que tiene que vincularse al cambio de actitudes y prácticas, para modificar este modelo violento de respuestas.
Precisamente, Requena Aguilar, nos recuerda la urgencia en la incorporación al sistema educativo, del ¨trato de las relaciones afectivas, sexuales, la gestión de las emociones, la igualdad, o los roles de hombres y mujeres¨, una recomendación que viene como anillo al dedo frente a las reformas prometidas de la ¨revolución educativa¨.
También la periodista recuerda la necesidad de ¨más contundencia en el posicionamiento¨, ya que ¨muchas veces se sigue justificando al agresor o culpando a las mujeres¨. Y en eso participa el imaginario socio cultural entero, hay que ver que, mientras dirigimos nuestras acusaciones a una justicia desorganizada frente a estos crímenes, nos olvidamos del mensaje trasmitido por los programas en los medios audiovisuales, o los contenidos de las currículas de las diferentes carreras, o el sermón de los domingos, o los mismos titulares de la reseña de un feminicidio, etc. Es decir, de nada vale tanta normativa, si mantenemos el mismo talante y disposición de juicio mítico a las mujeres.
Otra cosa interesante, la profesionalidad de los servidores y servidoras de todo el proceso que sigue a las violencias contra las mujeres, un trato que nunca debe depender de la sensibilidad de cada una de esas personas que, por el contrario, se ha de fundamentar en una capacitación sólida respecto a la complejidad de estas violencias y en un enfoque de respeto a los derechos humanos de las víctimas, siempre.
Detectar el riesgo que corre una mujer agredida y sus menores a cargo, es también una nota para la diferencia, lo que solo se conoce si la persona que realiza las primeras aproximaciones institucionales, tiene una experticia que la pone en conocimiento inmediato con los peligros que rodean a las víctimas.
Y con los masculinos violentos? como dice el español, Dr. Manuel Lorente: ¨Los hombres tenemos que entender que los maltratadores nos están utilizando para ejecutar su violencia en nombre de la masculinidad. Tenemos que señalar a los maltratadores, señalar el machismo y plantear nuevas formas de ser hombres y de ejercer la masculinidad. No podemos minimizar ni justificar esta violencia»