Si yo fuera el presidente Luis Abinader contratara al físico Ramón Méndez Galain, arquitecto de la transformación radical de la matriz eléctrica en Uruguay, que en una década no sólo logró suplir toda la demanda de energía de ese país, sino convertirlo en exportador de electricidad.
El también matemático fundamentó su éxito en tres elementos claves. Primero fue lograr en 2010 un acuerdo multipartidario para una transición energética hacia fuentes locales y renovables, debido a eso los últimos cinco gobiernos han dado continuidad a la programación.
El segundo elemento fue construir una asociación público privada. Uruguay tiene una empresa distribuidora de electricidad pública (UTE), pero la inversión provino del sector privado, quienes dispusieron 6.000 millones de dólares, una cifra altísima para un país con una economía tan chica.
Los actores privados invirtieron en parques eólicos y solares, así como en hidroeléctricas, pero bajo reglas definidas por el gobierno.
Eso trajo como beneficio, según sus datos, una reducción a la mitad de los costos de generación de electricidad, de alrededor de US$1.100 millones promedio por año a alrededor de 600 millones.
Las tarifas a los usuarios disminuyeron en un 20%.
En este proceso de transición energética también creó 50.000 puestos de trabajo y Uruguay ahora exporta electricidad.
La empresa eléctrica UTE, hoy es la principal exportadora de bienes y productos de todo el país y eso lleva divisas, llegando a tener US$450 millones de divisas obtenidas durante el último año por exportación de excedentes energéticos.
Sin embargo sólo en el 2024 el Estado dominicano destinó para subsidios eléctricos más de 100 mil millones de pesos, equivalente a 1,600 millones de dólares, para este año la proyección es que sea similar dado el incremento en la tasa de la moneda extranjera.
Tras el éxito de Uruguay, Méndez Galain fundó YVI, una organización que apoya a países de América Latina y el Caribe en sus transiciones climáticas y energéticas.
En su opinión, el modelo de transición de Uruguay «puede ser replicado en cualquier país del mundo, independientemente de sus características».

