Desde hace algún tiempo observo que la sociedad dominicana viene deshumanizándose y padeciendo del síndrome del individualismo –una especie de “sálvese quien pueda”–, olvidando la vieja máxima que reza: “Hoy por ti, mañana por mi”.

Para creer en la criminalidad no hay que esperar que nos maten a un pariente cercano. Debemos de solidarizarnos con todas aquellas familias que han perdido a uno de los suyos producto de la delincuencia. Y uno de los mejores aportes es denunciar, con las pruebas correspondientes, a los autores intelectuales del crimen organizado en sus diversas manifestaciones.

En el ámbito político la desunión en las entidades opositoras es aún mayor, no se identifican con las causas nacionales y muestran indeferencia con los abusos de poder que cometen los miembros del partido gobernante. Ahí están de ejemplo las agresiones de que son objeto Juan Bolívar Díaz y Huchi Lora, dos comunicadores que históricamente han hecho gala de objetividad.

Están los ejemplos de Andrés L. Mateo, José Alejandro Ayuso, Jaime Aristy Escuder y Juan Taveras Hernández, comunicadores que han hecho valientes denuncias sobre aspectos que perjudican el interés nacional. Y ante el inmenso poder que le atribuyen a su persecutor, se impone una mayor solidaridad de los gremios periodísticos y demás sectores de la vida nacional.

Cuando el enemigo es poderoso la respuesta es la unión y la solidaridad, la que practican animales irracionales en las selvas, caminando en manadas, para protegerse del león. ¿Cómo podemos permitir, por ejemplo, que Leonel Fernández y Félix Bautista lleven al paredón (entiéndase la justicia peledeísta) a Juan TH? Una condena a Juan TH o a cualquiera de los demás comunicadores equivale a cercenar la “libertad de expresión”. ¿Quién hablaría de corrupción después de ese precedente? ¡Nadie! Nunca como ahora se impone la solidaridad entre los más diversos sectores que abogan por el adecentamiento de la vida nacional.

Danilo Cruz Pichardo
d_cruzpi@hotmail.com