Un informe de la Dirección de Crédito Público sitúa la deuda del sector público no financiero, que excluye las acreencias del Banco Central, en 18 mil 700.4 millones de dólares, equivalente al 32.7% del Producto Interno Bruto, con una tendencia sostenida hacia el crecimiento desde diciembre del 2011, cuando el nivel de endeudamiento representaba el 29.3% del PIB.
A julio de 2012, la deuda pública externa representaba el 70 % del monto total (US$12,589.2 millones) frente a US$5,042.4 millones de deuda interna, con una proporción global de 30.8 respecto al PIB, lo que indica que se incrementó en casi dos puntos porcentuales (1.9%) en apenas cinco meses.
Se sabe que el Gobierno ha preferido sustentar el endeudamiento público en el crédito interno y en la emisión de bonos, porque los recursos obtenidos por esa vía carecen de condiciones y porque en el caso de los préstamos en pesos con la banca local, se disminuye el riesgo cambiario.
Llama la atención que tan significativa alza de la deuda pública, tanto en términos absolutos (US$18,700 millones), como en proporción al PIB (32.7%) tiene su causal principal en el creciente endeudamiento a través del Acuerdo Petrocaribe, que ya supera los tres mil millones de dólares.
Aunque la calificación de riesgo de República Dominicana ha obligado al Gobierno colocar bonos soberanos por miles de millones de dólares en los mercados financieros internacionales, hay que advertir que la tasa de interés promedio de esos papeles supera el 7% y que el periodo de pago es relativamente corto.
Lo mismo ocurre con los créditos concertados con bancos comerciales locales, cuyos vencimientos concluyen por lo general al 31 de diciembre de cada año, lo que significa presión mayor al ejercicio presupuestal.
Se admite que la composición de la deuda pública ha cambiado radicalmente, pues su mayor volumen ha sido concertado a largo plazo, con bajas tasas de interés, pero es menester poner atención al techo del endeudamiento y al preocupante ritmo de crecimiento, además de agregar a ese fardo crediticio la deuda del Banco Central y la que acumulan otras entidades públicas del sector financiero.
Para dar cabida al brusco endeudamiento que el Gobierno deberá concertar para adquirir dos o tres plantas que generen cada una al menos 200 megavatios y afrontar así la crisis eléctrica, se requiere desistir de la enfermiza manía oficial de endeudar al país por cualquier cosa.

