La administración del hotel Dominican Fiesta ha retirado permiso para la celebración mañana sábado en sus salones de una reunión del Comité Ejecutivo del Partido Revolucionario (PRD) a la que asistirían líderes y dirigentes de las facciones que se disputan el control de esa organización, con previsible temor de que se susciten hechos de violencia.
Los ejecutivos de ese hotel, ubicado en el sector Los Cacicazgos, han actuado correctamente al negar sus instalaciones para el montaje de un circo romano similar a otro montado en ese lugar en 1986 que degeneró en un mayúsculo desorden.
El PRD que encabeza el ingeniero Miguel Vargas Maldonado ha convocado al CEN perredeísta con el claro propósito de refrendar la expulsión decretada por un cuestionado tribunal disciplinario contra el ex presidente Hipólito Mejia, quien ha anunciado que asistirá a esa reunión junto a otros expulsados y suspendidos.
No hay que ser pitonisa para vaticinar que ese encuentro concluiría de mala manera, porque las partes en pugna irían resueltas a imponer sus criterios a cualquier precio, sin la menor posibilidad de que se produzca el milagro de la reconciliación.
La fraccionada dirigencia del PRD no parece advertir que sus temerarias posiciones y acciones hartan ya a una población que no merece ser expuesta al estrés que supone el temor de un encontronazo entre fanáticos de las facciones confrontadas, que podría degenerar en una desgracia mayor.
¿Qué podría ocurrir en el interior de un local cerrado donde estén presentes el ex presidente Mejía y el ingeniero Vargas Maldonado, mientras miles de militantes seguidores de esos dirigentes pugnan por ingresar? ¿Es acaso que los dirigentes del PRD han perdido el juicio?
Aunque lo sensato sería posponer la reunión del máximo organismo de dirección del PRD hasta que al menos las partes concilien forma civilizada de convocarlo y garantizar auténtica representatividad, se insiste en pretender apagar fuego con gasolina.
En esos confrontados litorales perredeístas escasean sensatez y prudencia, por lo que el previsor rechazo del hotel Dominican Fiesta a ofrecer sus salones como escenario de una guerra anunciada, no disipa el temor ciudadano de que en el PRD la sangre llegue al río.

