Los casos positivos de cólera, que promedian más de veinte por mes, podrían incrementarse durante Semana Santa y los meses de verano, según ha alertado el Ministerio de Salud Pública, al reportar cinco nuevos contagios con los cuales suman 82 la cifra de afectados.
El viceministro de Salud, Eladio Pérez, ha señalado que mientras haya casos de cólera en Haití, aquí habrá riesgo de contagio, ante lo cual es preciso señalar que en el vecino país han fallecido más de 600 personas a causa de esa bacteria, que actualmente padecen más de dos mil haitianos.
Es ahora y no después cuando deben tomarse todas las medidas de previsión para controlar el cólera, si no es posible erradicarlo por completo a causa del drama sanitario que prevalece en Haití, más aun cuando se prevé que la cifra de contagios crecería por el pronto incremento de la afluencia de personas a lugares públicos.
El Gobierno adquirió unas 85 mil dosis de vacunas contra esa enfermedad, pero apenas unas 25 mil personas han sido vacunadas, por lo que se requiere que el programa de vacunación se intensifique en la zona fronteriza y en barrios populosos del Gran Santo Domingo, Santiago y otros asentamientos urbanos.
No resulta ocioso recordar que como consecuencia del brote de cólera que causó la muerte de más de siete mil haitianos en 2012, fallecieron aquí más de 400 personas, por lo que es imperativo tender un cordón sanitario fronterizo a través de un programa de vacunación masiva.
Aunque duela decirlo, en República Dominicana persisten los factores que propician el cólera, producido por una bacteria que causa diarrea abundante, como son falta de acceso a infraestructuras sanitarias y escasez de agua potable.
El contagio de esa enfermedad se prevé con uso abundante de agua y jabón en la higiene personal, limpieza del entorno familiar y cocimiento adecuado de los alimentos, pero también se requiere que familias residentes en áreas de riesgo acudan a centros de vacunación.
El feriado de Semana Santa y los meses de verano representan riesgo mayor de contraer cólera, por las enormes afluencias de personas a playas, ríos, montañas y otros lugares públicos, donde se manipulan alimentos y no se observan conductas de higiene ni de depósitos finales de detritos humanos. Ojalá la población entienda que se trata de un problema serio.