Opinión

Una generación

Una generación

En noviembre de este año se celebrarán los 30 años de la caída del Muro de Berlín y con este el fin de la Espada de Damocles que pendía sobre la humanidad en la forma de la Guerra Fría. La semana pasada se cumplieron 21 años de la firma del Acuerdo de Viernes Santo que puso fin a la violencia sectaria en Irlanda del Norte que duró casi 30 años. Mientras que por su lado, este año se cumplen 20 años del último conflicto militar significativo en los Balcanes.

Hace un poco más de 25 años se inició la desarticulación de las guerrillas peruanas Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru. Hace menos de 10 años se desmembró al grueso de las guerrillas armadas en Colombia llevando una paz que esa nación no conocía desde hace casi 50 años. Mientras que por su lado, hace un mes se cumplieron 29 años del fin de la última dictadura militar en Latinoamérica y próximamente estaremos celebrando los 32 años del Proceso de Paz en Centroamérica que puso fin a 3 guerras civiles.

En nuestro país, la semana que viene se celebran los 35 años de la poblada de 1984 o el último gran conflicto civil interno, en unos meses serán los 25 años de su última crisis política significativa que obligó la reforma constitucional de 1994, y alrededor del mismo tiempo los 41 años de la última vez que tuvimos un gobierno autoritario con la entrega pacífica del poder de Joaquín Balaguer a Antonio Guzmán. Por igual, este año se celebrarán los 15 años de la última gran crisis de naturaleza militar en nuestras fronteras que devino de la ocupación militar en Haití luego del derrocamiento de Jean Bertrand Aristide.

En un espacio de tiempo promedio de 25 años el mundo ha cambiado drásticamente de forma positiva, y aunque mis primeros párrafos se enfocan en conflictos sociales y políticos, el repaso no sería muy distinto si nos enfocamos en aspectos económicos. Si miramos 25 años más hacia atrás, notaremos un mundo en mucho mayor conflicto, más inseguridad, más pobreza y mayores desigualdades, lo que va empeorando a medida que miramos más hacia atrás en el tiempo.

A veces es importante dar un vistazo hacia atrás para saber dónde estamos y hacia donde deseamos ir. Mi generación, en particular, se debe considerar muy afortunada del mundo en el que nos ha tocado vivir. Sí, tenemos muchos problemas, algunos de esos muy graves, pero siempre puede estar significativamente peor y esa es una realidad que debemos conservar en nuestras mentes en nuestros juicios de valor y en las toma de decisiones.

Esto no debemos llamarnos a complacencias, porque la permanencia de esos logros sigue siendo frágil, y la amenaza de viejos hábitos sigue latente queriendo sacar nuestro peor lado, lo que debe llamarnos a reflexión.

El Nacional

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