“La danza es la poesía del movimiento, y no creo que el hombre pueda vivir sin poesía”, así manifiesta la directora del Ballet Nacional de Cuba, Viengsay Valdés, cuya combinación de virtuosismo técnico y pasión, la llevaron a convertirse en estrella de la danza, y en una digna sucesora de la leyenda de la danza cubana, Alicia Alonso, quien, según explicó a Qué Pasa! le dejó un legado de constancia, de pasión por la danza, entrega y perseverancia.

“Alicia es el más alto ejemplo de trabajo cotidiano que pueda tener cualquier bailarín, porque era una trabajadora incansable, ejemplar. No resulta fácil interpretar sus versiones coreográficas de los clásicos con las dificultades técnicas e interpretativas que ella demandó”, manifestó Valdés.

La pasión y respeto por la danza de los miembros del Ballet Nacional de Cuba, se ha traducido en expresión y dinamismo, en el respeto a los diferentes estilos, en la búsqueda continua del desarrollo técnico, pero también de la interpretación digna de cada personaje, que es lo que define al artista, destaca la bailarina.

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“Los bailarines cubanos son muy expresivos, bailan con una dinámica y musicalidad innatos, ponen acentos a ciertas secuencias y pasos.

La relación de pareja nos distingue, los buenos partenaires, la sensualidad.

De las mujeres. El control para girar y la potencia en los saltos, pero también la forma de comunicarnos bien con la audiencia, el deseo de interpretar un personaje para llegar al corazón del público”.

Nivel de la danza

En cuanto a la danza, a nivel general, Viengsay explicó que este sigue elevándose, pero que es importante no perder de vista el alma de los personajes, el sentido de la obras, la teatralidad que ayuda a los espectadores a transportarse a otras épocas, a vivir otras vidas.

“Debemos cuidar la espiritualidad de la danza. Si el nivel técnico se eleva mejor, pero sin olvidarnos de cultivar el alma”.

El Ballet Nacional de Cuba se presentó en la sala Carlos Piantini, del Teatro Nacional Eduardo Brito, el pasado sábado, con una de las obras maestras de la historia de la danza: “El lago de los cisnes”, de P. Chaikovsky y M. Petipa, en una versión creada por Alicia Alonso en la que se sintetiza la conocida estructura argumental, coreográfica y musical de Petipa-Ivánov-Chaikovski en tres actos y un epílogo.