La indeseada violencia ha hecho acto de presencia en la campaña electoral con el enfrentamiento ayer a balazos entre militantes perredeístas y peledeístas en Espaillat con saldo de un muerto y un herido, tragedia que obliga a autoridades y partidos a reasumir medidas de prevención para evitar que más sangre sea derramada.
Hasta la ocurrencia de ese penoso suceso, la contienda comicial había transcurrido sin incidentes graves como el acaecido en el municipio de San Víctor donde cayó Antonio Peña Ramos, militante del Partido Revolucionario (PRD), mientras que Diógenes Mota, del Partido de la Liberación (PLD), sufrió impactos de bala que motivaron su internamiento.
Los partidos mayoritarios no prestaron atención a los ruegos de la Iglesia Católica para que decretaran un receso en el proselitismo electoral durante Semana Santa. Por el contrario, promovieron el domingo bandereos para recibir a los vacacionistas, en uno de los cuales se produjo el enfrentamiento a tiros en el cual perdió la vida el militante perredeísta.
Ministerio Público y Policía están compelidos a identificar y someter a los tribunales a quienes ultimaron a Peña Ramos e hirieron a Diógenes Mota, así como a todo aquel que disparó o ejerció algún tipo de violencia, sin importar la bandería política a la que pertenezca, sin que ni por asumo se pretenda imponer el criterio de que en campaña electoral no se cuentan los muertos ni los heridos.
Al deplorar que la violencia haya puesto sus garras en el proceso electoral, lo menos que la ciudadanía puede esperar del Gobierno, Junta Central Electoral y del liderazgo político es que empleen todo su esfuerzo para desalentar la repetición de trágicos sucesos como el acaecido ayer en San Víctor de Moca.

