Opinión

Vivencias cotidianas de allí y aqui

Vivencias cotidianas de allí y aqui

POR: Aida Trujillo Ricart
http://aidatrujillo.wordpress.com/
Refranero español, “Cría fama y échate a dormir”
Este conocido refrán se refiere a que, si alguna vez, uno actúa de una forma específica y realiza alguna mala acción, o buena en algún caso, los menos, la próxima vez que suceda algo similar, se le responsabilizará de ello porque ya adquirió la fama de haber hecho lo ocurrido. Significa asimismo que, cuando se actúa de cierta manera, la gente va a pensar que siempre será así. Puede que suceda cualquier cosa de la cual se le siempre culpará a uno. Esto, por el simple hecho de haber hecho algo similar en el pasado. Es por lo que «crear fama y echarse a dormir», se le atribuye a uno, aun cuando no vuelva a realizar dicha acción. Examinando el contenido de ese dicho, podremos comprobar sus efectos.

El hecho de criar, tratándose de un hijo propio o al de alguien que nos lo ha encargado, quiere decir el bien alimentarlo, cuidarlo, ayudarlo en su crecimiento físico y mental, etcétera. Si se trata de animales, el vocablo significa que hay, también, que nutrirlos, evitar que generen enfermedades dañinas, tanto para él para los que están a su alrededor. La fama se genera mediante la opinión que la gente tiene de alguien, tanto en su profesión como en su manera de ser. Como sabemos, ésta puede ser buena o mala.

El hecho de echarse a dormir significa el conciliar el sueño, evadiéndose de lo que acontece por unos instantes, más o menos largos. Es el acostarse, irse a la cama a descansar, o al sofá, según las preferencias de cada uno. Cuando alguna persona, tanto por sus méritos, o no, se ha ganado la notoriedad de alguna cosa, una vez conseguida, no necesita ya hacer nada para que la gente se le reconozca. Se da por hecho.

¿Por qué ocurre así? Nos preguntamos con cierta frecuencia. La única deducción que se me ocurre es que, como las personas no utilizamos nuestro cerebro en todo su potencial, para no hostigarnos, no sufrir, intentamos hacerlo lo menos posible. Tratamos de retener ese lado del carácter de la gente, conocida o no, para no hacer el esfuerzo de preguntarnos cómo es en realidad. Resulta más cómodo, en general, salvo en algunas excepciones.

Así es que, cuando ya tenemos bien puntualizada esa forma de ser de nuestros conocidos, incluso desconocidos, en nuestra mente, resulta dificultoso e incómodo hacer un esfuerzo por cambiarla, prefiriendo dejarla tranquila.
De ahí el proverbio tan popular y que se sigue practicando en la mayoría del pensamiento de los seres humanos.

El Nacional

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