Opinión

Voy a votar

Voy a votar

En este último artículo antes de las elecciones presidenciales, tampoco escribiré acerca de ningún candidato ni candidata porque ya han tenido suficiente promoción, algunos/as más que otros/as debido a la discriminación entre “grandes y chiquitos”, relacionada con las fuertes sumas de dinero aportadas por el pueblo a través de tantos impuestos.

En mi situación personal, siempre he votado mirando candidaturas, más que partidos, buscando personas con perfil de dignatarias y en esta ocasión, mantengo el criterio por quien tenga más claridad democrática y reconozca la ciudadanía completa de las mujeres, incluidos los derechos sexuales y reproductivos, un tema que subsume fácilmente el discurso de las personas presidenciables en este país.

Desgraciadamente, las primeras formas de gobierno democrático, no incorporaron a las ciudadanas, lo que sumado al proceso lento y difícil de reconocimiento de los derechos de la ciudadanía toda, determinaron un sujeto universal masculino, generalmente blanco, joven, con posicionamiento económico y características de líder, casi siempre prefabricado.

La Revolución Francesa marcó la pauta declarando una igualdad política que no nos incluyó a las mujeres aludiendo que éramos diferentes, un mito sociocultural de difícil desmonte a pesar del tiempo y el esfuerzo inicial de los pioneros y pioneras entonces, para extender los derechos políticos a hombres y mujeres de todas las clases sociales.

Y los países que adoptaron como fundamento los Derechos del Hombre y del Ciudadano, tienen en el imaginario de sus sistemas políticos la separación arbitraria, sosteniendo aún hoy la esencia de la Ilustración y del Patriarcado que niega la ciudadanía plena a sujetos desclasados y discriminados, entre los cuales nos encontramos las mujeres.

La mujeres mantenemos la lucha por la participación política de elegir y ser elegidas por mucho tiempo, sin aislarla del resto de discriminaciones sociales que sufrimos más allá del colectivo, peleando por otros sujetos excluidos y por otras razones negadas, como el trabajo, la educación, la participación política en el poder, la igualdad de oportunidades, el cese de la violencia basada en el género, los derechos sexuales y reproductivos, entre otras cosas.

En la actualidad, toda esta negación ha comenzado a ser una preocupación por las violaciones profundas que implica a los derechos humanos de las mujeres y las políticas de resarcimiento se empiezan a aplicar con mucha dificultad y renuencia, porque una mayoría de políticos y hasta políticas, no visualizan que esto sea un problema, resistiéndose al cambio.

Voy a votar, porque es un derecho ciudadano conseguido y creo que hay que ejercerlo y aunque la democracia haya sido parodiada por nuestra propia política, es la única forma de expresión del pueblo.

El Nacional

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